Abrazar, consolar y mimar no malcría; sino que asegura, conforta y educa

Dar amor a un bebé NUNCA es malcriarlo, es darle lo que necesita

Hay quienes piensan que abrazar y atender a los niños significa malcriarlos e incluso se lo hacen notar a los padres con frases como “si lo tienes mucho en brazos, se malcriará. Lo cierto es que los niños no se malcrían por prestarles la atención que necesitan, por consolarlos cuando se sienten inseguros o por demostrarles amor a través de los abrazos y los mimos. Esas muestras de afecto son una parte esencial de la educación infantil y son imprescindibles para generar un apego seguro.

El llanto de los bebés es la expresión de un dolor físico o emocional

La manipulación implica intencionalidad, y cuando los bebés son pequeños, simplemente no son capaces de utilizar el llanto para manipular emocionalmente a sus padres, como afirman algunas personas. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Estatal de Washington desveló que cuando los bebés lloran, normalmente se debe a un dolor físico o emocional; es decir, debido a que se sienten inseguros.

Esto significa que dejar llorando a un bebé y no acudir a su llamada le genera un gran estrés. Así lo han demostrado diferentes estudios, entre ellos uno realizado en la Universidad del Norte de Texas, en el que se monitorizó la actividad de bebés de entre 6 y 10 meses de edad.

Estos investigadores descubrieron que los bebés que se dejaban llorar por las noches, para que conciliaran solos el sueño, mostraban niveles de cortisol más elevados que los pequeños a quienes no les dejaban llorar tanto. Y lo más asombroso es que esos niveles de cortisol se mantenían altos, aunque los bebés dejaran de llorar y estuvieran aparentemente tranquilos.

El cortisol es la hormona por antonomasia del estrés, que también se ha relacionado con la aparición de problemas de conducta en la infancia e incluso con el retraso madurativo de algunas áreas del cerebro. Al contrario, se ha comprobado que el contacto físico con los padres protege al bebé de los efectos del estrés.

Esto se debe a que las caricias, los mimos y los abrazos estimulan la liberación de neurotransmisores como la oxitocina, la hormona del amor, y los opiáceos endógenos, que actúan como analgésicos naturales. Estos neurotransmisores no solo contrarrestan los efectos del cortisol sino que predisponen positivamente al cerebro para que desarrolle un patrón de resilencia a largo plazo.

El apego seguro: Fundamental para la formación de la personalidad infantil

Durante los primeros años de vida se sientan las bases del patrón de apego que probablemente ese niño arrastrará durante toda su vida. Si de pequeño sus padres mantuvieron una distancia emocional, le dejaban llorar con frecuencia y no le consolaban, es probable que ese niño termine pensando que el mundo es un lugar hostil, por lo que desarrollará un apego inseguro y disfuncional que le acarreará numerosos problemas en el futuro y le hará más vulnerable a sufrir diferentes trastornos psicológicos.

Al contrario, un niño cuyos padres estaban al tanto de sus necesidades emocionales y sabían satisfacerlas, desarrollará un apego seguro. Ese niño se sentirá seguro para descubrir el mundo y se relacionará de manera más asertiva con los demás, sin desarrollar una dependencia emocional.

No debemos olvidar que la educación emocional comienza desde que la madre coge por primera vez a su bebé en brazos. En ese mismo momento se empiezan a formar los vínculos afectivos. El bebé no solo debe sentirse protegido sino también querido, y la mejor manera para transmitírselo es tenerlo cerca y mantenerse atentos a sus necesidades.

Más adelante, cuando el niño crezca, ese vínculo no debe debilitarse sino consolidarse. Para ello los padres necesitan mucho amor, paciencia e intuición, las tres herramientas que les guiarán a través de las emociones negativas que el pequeño irá experimentando y que no siempre sabrá expresar adecuadamente.

En cualquier caso, no debemos olvidar que educar no es solo disciplinar, también es enseñar a amar. Por eso, los mimos, los abrazos y los consuelos no malcrían, educan en el amor, el respeto y la amabilidad.

Autora: Jennifer Delgado

 

Que es la asfixia postural?

Porqué no dejar al niño en el huevito por más de una a dos horas… (también incluye el saltarín o superficies que no sean totalmente planas)

¿Qué es la asfixia postural o posicional?

La asfixia postural puede darse tanto en bebés como en adultos, pero son los bebés más vulnerables porque además de no poder expresar correctamente su malestar, acostumbramos a dejarlos en sillitas, mecedoras o cunas sin saber a ciencia cierta muchas veces si hacemos lo correcto.
Una mala postura puede dificultar la respiración y provocar asfixia.
En adultos se suelen dar casos en personas mayores o con movilidad reducida pero también hay casos de bebés.
En el momento en que un bebé nace pasa de un medio líquido, flotando (el líquido amniótico), a nuestro medio, seco, en el que vivimos bajo la fuerza de la gravedad. Los bebés no tienen fuerza suficiente para mantenerse sentados y por eso deben dormir y permanecer acostados.
En el momento en que lo sentamos en una sillita, si no está bien puesto, su propio cuerpo (por la fuerza de la gravedad) se flexiona sobre sí mismo, haciendo una «C» demasiado pronunciada que dificulta que puedan expandir el tórax y el abdomen para respirar. Si la cabeza cae además hacia adelante, con la barbilla en el pecho, la dificultad para coger aire es mucho mayor hasta el punto de cortarse el flujo de aire. Si no se remedia esa posición, la muerte es inminente.

Solo para el auto y no durante más de una hora y media.

Pediatrics publicó en 2001 un estudio en el que observaron a 50 recién nacidos a término y 50 prematuros de 36 semanas sentados durante 60 minutos en una silla de coche homologada. En promedio, la saturación de oxígeno de todos los bebés bajó del 97% al 94%, pero 7 de los bebés (3 prematuros y 4 a término) llegaron a tener una saturación de oxígeno inferior a 90% durante 20 minutos. El 12% de los bebés prematuros sufrieron apneas (el bebé deja de respirar unos segundos) o bradicardias (el corazón va más despacio de lo que debiera). Para que tengáis un indicador, la saturación de oxígeno de un bebé debe estar entre el 96% y el 100%.
En 2002 otro estudio evaluó el estado de 15 recién nacidos cuando estaban tumbados en una cuna o sentados en una silla. La media de saturación de oxígeno cuando estaban sentados fue de 95,8% por un 98,8% cuando se tumbaban.
Otro estudio publicado en el 2007 comparó las consecuencias de tener al bebé en una silla de auto  y en una cuna del hospital, para tener la referencia. Controlaron a los bebés en la cuna durante 30 minutos y en los dispositivos para el auto durante 60 minutos. Vieron que la media de saturación de oxígeno fue de un 97,9% cuando estuvieron en la cuna del hospital  y de 95,7% en la silla. Concluyeron que el uso de los dispositivos para el auto debía limitarse solo al auto, y que no debían ser utilizados como sustitutos de la cuna.
Ante esta situación los investigadores están buscando soluciones que puedan ayudar a evitar los episodios de desaturaciones y apneas: en el año 2013 un estudio demostró que el uso de una espuma que sujeta la cabeza en posición neutral (sin que pueda caer hacia delante) disminuía las bajadas de saturación graves y las apneas, pero no las leves. Y este año otros investigadores han presentado un cinturón con sensores de presión para ir controlando la respiración y sensores para monitorizar la frecuencia cardíaca.
Ante esta evidencia, los bebés no deberían dormir nunca en las sillitas de auto, ni en hamacas, pues sentados respiran peor que acostados. Dichos dispositivos de retención deben utilizarse solo en el auto, donde han de posicionarse de manera que ni la cabeza ni los hombros caigan hacia delante y no permanecer en esa posición por más de una hora y media. Si vamos a hacer un viaje más largo, lo recomendable es ir parando de manera periódica para sacar al bebé de la silla y permitirle que recupere oxígeno, que respire bien de nuevo, que coma un poco si lo necesita y, después de un rato, seguir con el viaje.

Carlos González: «Jamás hay que obligar a comer a un niño»

El prestigioso pediatra ofrece en esta entrevista algunas claves sobre la relación de los padres con sus hijos. Carlos González es uno de los pediatras de moda. Quizá porque sus ideas resuman mucho sentido común.

– A los padres les habla, entre otros asuntos, de alimentación infantil. ¿Qué les aconseja?
– Pues por ejemplo que los niños comen mucho menos de lo que la gente imagina, es algo normal. Jamás de los jamases hay que obligar a comer al niño por ningún concepto, de ninguna manera y con ningún método. Ya tenemos en España un 30% de niños con obesidad, solo faltaría que comieran más todavía. Te puedes ahorrar muchos problemas si desde el primer momento, es decir, desde los seis meses, en vez de darle a tu hijo purés y papillas especialmente preparados y en vez de metérselos tú con la cuchara y además distrayéndole con los «Teletubbies» pues le das comida normal y corriente, la misma que comes tú, y le dejas que la tome con la mano y se la lleve a la boca para que coma lo que quiera y lo que no quiera, no.

– Pero en nuestra cultura, madres y abuelas han sido siempre propensas a «embutir» a los niños.
– Las abuelas no tanto. Por ejemplo, no hacían purés. Yo recuerdo cuando mi madre se compró un «minipimer», antes no había y los niños comíamos comida cortada en cachitos. Y ahora niños de tres años están comiendo purés y si encuentran un trocito que quedó sin triturar les dan arcadas y entonces ya no comen en todo el día. Eso ocurre por haberles dado purés mucho tiempo y llega un momento en que al niño se le pasa la edad de empezar a probar. 

– ¿Tenemos que hacer caso al niño cuando dice quiero más o no quiero más?
– Sin el menor género de dudas. El niño es el único que sabe lo que necesita comer, como cualquier ser vivo. Un mosquito, cuando tiene hambre, pica. Y tiene cerebro de mosquito. Entonces, tu hijo claro que sabe comer, si hasta los mejillones comen.

– ¿Y cómo hacemos para que coman pescado?
– A la mayoría de los niños el pescado no es lo que más les gusta. Pero no pasa nada. Los niños pasan por etapas bastante típicas: durante los primeros meses lo prueban todo, de hecho comen papel de periódico o van gateando y le quitan las galletas al perro. Un niño que es capaz de comer papel de periódico también es capaz de comer lechuga. A partir del año o año y medio, según el niño, típicamente empiezan a decir «esto no me gusta», «no quiero» y llegan al menú infantil. Si mañana llega a comer a tu casa un niño de ocho años ¿qué preparas?, ¿acelgas?

– Creo que no.
– No, harás macarrones, porque sabes que los niños de ocho años comen macarrones, pollo, patatas fritas, flan. Y bueno, alguno habrá que pruebe las acelgas, la lechuga o el pescado, aunque no muy entusiasmados. Y luego vuelven a cambiar y hacia la adolescencia o un poco después vuelven a comer de todo. Si a un niño le dejan en paz y no le presionan, comerá muchos más macarrones que verdura, mucho más pollo que pescado, pero la mayoría comen un poquito de verdura y pescado. Si insistes, lo que consigues es que lo aborrezcan para siempre.

– Ha hablado también de la autoridad de padres y madres. ¿Cuál es su punto de vista?
– Hay que comprender que todos los padres y madres tenemos autoridad sobre los niños que es natural, inevitable y proviene del hecho de que somos más altos, más fuertes, más viejos y tenemos más experiencia para saber lo que hay que hacer. Y sobre todo proviene de que nuestros hijos nos quieren muchísimo y están deseando obedecer. Los niños nos obedecen casi continuamente, pero hay que ser consciente de que la obediencia al 100% no se puede conseguir, es imposible.

– ¿Y cómo actuar?
– Tienes que comprender que hay cosas más importantes y otras menos importantes. Las cosas realmente importantes todo el mundo sabe hacerlas. ¿Vas a dejar que tu hijo beba lavandina, se tire por la ventana o le pegue a otro niño? No. Pero nadie tiene dudas sobre esto. No hay ningún padre que se plantee comprarse un libro sobre cómo poner límites a los niños porque cuando va a beber lavandina no sepa qué hacer. ¿Cómo es posible que haya gente planteándose cómo aprendo a poner límites? Porque no estás hablando de los límites normales, que ya los sabías poner, sino de límites que no son lógicos, razonables, sino que son solo para demostrar quién manda aquí. Esto se hace por santas narices mías.

– Pero a veces los padres también están presionados.
– Les marean mucho con ese concepto de que una vez que le has dado a un niño una orden es importante no ceder, no echarte atrás porque te toma el pelo, tiene superioridad. Eso son chorradas. El que no cedía era Franco, los gobiernos democráticos sí que ceden, tanto los de derechas como los de izquierdas.

– ¿Y no hemos pasado de un modelo en exceso autoritario a otro demasiado laxo, que el niño haga lo que quiera?
– Puede haber alguno, pero realmente hay muy pocos padres que dejen al niño que haga lo que quiera. Y muchas veces en realidad eso no es permisividad, eso es pasotismo. Es decir, es más fácil dejar que el niño vea la televisión durante horas que apagarla y ponerme a jugar con mi hijo, contarle un cuento o llevarle al parque a pasear. Cuando ves padres que dejan ver al niño la televisión durante horas o que les regalan mucho dinero, les compran muchos juguetes carísimos a los que el niño no hace ni caso o les compran muchos dulces hay gente que dice, «le están consintiendo al niño y luego sale un niño malcriado». Pero no le están consintiendo, están ignorando al niño. Los que en realidad están consintiendo al niño, es decir, dándole lo que necesita son los que apagan la tele aunque se tenga que perder el partido de copa y se llevan al niño a las hamacas. Y eso no malcría al niño ni le produce ningún problema, sino que demuestra cariño y respeto hacia el niño. No podemos confundir las dos cosas porque luego hay padres a los que tienen atemorizados: «No le hagas upa porque se malcriará». A ver, puedes hacerle upa a tu hijo todo lo que quieras, eso no hace ningún daño.

Autor: Carlos Gil. Publicado en el Diario de Ibiza

 

La necesidad de exterogestación y su relación con la inteligencia humana

Ser la especie más inteligente no nos hace más independientes.  Al contrario, en la especie humana la mayor parte del desarrollo cerebral acontece fuera del útero, ya que de otro modo el nacimiento sería inviable. Esto hace que el bebé necesite unas condiciones muy parecidas al útero para terminar de desarrollarse.

La característica más significativa de un bebé debería influir en cómo le tratamos.

Un bebé no está preparado para salir al mundo en el momento del nacimiento, ni siquiera a término completo (alrededor de 40 semanas, aunque puede variar de unos a otros en unos 50 días). Un bebé humano no se parece a un recién nacido de otros animales, no tiene huesos resistentes ni capacidad para el autoabastecimiento, ¡hasta los 18 meses de edad!   Es decir, para parecerse a un recién nacido de otros animales, los bebés deberían estar en el útero otros 18 meses. Sí, es una sorpresa (no se lo digas a mamá). Pero esto es lo que hemos observado al comparar el curso evolutivo de los humanos con otros mamíferos.

¿Qué significan 18 meses “de antelación” para el cuidado del bebé? Podemos imaginar que este simple hallazgo conlleva múltiples consecuencias.

Durante esos primeros 18 meses, los bebés esperan “un útero externo” (exterogestación), que es lo que ofrecen los componentes del nido evolutivo (evolved nest). Los bebés no pueden autorregularse y necesitan que los cuidadores capaciten sus sistemas para que lo hagan (por ejemplo, calmándolos rápidamente para que los sistemas aprendan a hacer de eso la “norma”). Los adultos deben mantenerlos en un estado óptimo para que los sistemas continúen creciendo y desarrollándose normalmente. Estresar a los bebés significa que las energías se enfocarán a la supervivencia (más adelante).

Los huesos de la cabeza de un bebé no se fusionan hasta alrededor de los 18 meses para permitir el gran crecimiento cerebral, lo cual se produce a partir de los componentes de cuidado del nido evolutivo de calmar, muchas caricias, estar en brazos, lactancia materna.

Sin embargo, la mayoría de los adultos en nuestro país parece no estar al tanto de las necesidades de los bebés, comenzando con muchos profesionales médicos que tratan a los bebés con rureza, como si ellos no fuesen a registrar estas experiencias en sus sistemas del cuerpo y del cerebro. ¿Qué deberían saber los profesionales y todos nosotros? Estresar a los bebés dañará sus sistemas inmaduros que aún están en desarrollo: neuroendocrino, inmune, neurotransmisor, respuesta al estrés, y todos ellos pueden verse afectados durante toda la vida.

¿Qué están haciendo los adultos que saben? Atienden especialmente las necesidades de los bebés durante los primeros 1000 días de vida. Esto es más fácil en lugares donde los gobiernos proporcionan y pagan la asistencia médica universal, como el Reino Unido.

Ya lo sabemos: los bebés necesitan cuidados parecidos a los que tienen dentro del útero durante 18 meses después de su nacimiento. Deben mantenerse tranquilos y reconfortados mientras que sus sistemas neurobiológicos están madurando sus funciones.

Después de los 18 meses, el desarrollo sensible de los niños dura aproximadamente hasta los 3 años (primeros mil días), aunque el cerebro seguirá creciendo significativamente hasta los 6 años aproximadamente. El nido evolutivo se va adaptando a las necesidades de los niños a medida que se desarrollan.

Cosas para recordar:

(1) Un bebé sigue siendo como un feto (en comparación con otros animales) hasta los 18 meses de edad, por lo que debemos proporcionar una experiencia de “útero externo”: calmado, reconfortante, físicamente presente.

(2) Un niño pequeño es un sistema dinámico cuya personalidad y salud se construyen socialmente por cuidadores, “ladrillo por ladrillo” o fase por fase, según las experiencias de los primeros años de vida.

(3) No deberíamos angustiar a los niños pequeños (especialmente de forma rutinaria, intensa o prolongada), especialmente en los primeros 3 años, sino apoyar suavemente el desarrollo de la autorregulación.

Comprender y practicar una buena atención temprana asegurará el desarrollo adecuado de todos los sistemas (neurobiológicos y sociales) y el florecimiento de una psique sana y única.

Fuente: The single most important thing to know about a baby

www.saludmentalperinatal.es