Lactancia: El goteo ¿Por qué ocurre?
El goteo o pérdida de leche durante la lactancia se debe a que los músculos que rodean el pezón no están tan fuertes como para poder retener la leche. Pero con el paso del tiempo y mientras más amamantes a demanda y tú y tu bebé encuentren un ritmo, los músculos optimizan su rendimiento y el pecho deja de gotear.
El goteo durante la lactancia también se debe al llamado “reflejo de eyección” causado por la oxitocina -la hormona del amor- encargada de hacer que la leche baje. La oxitocina responde a estímulos táctiles como el contacto del bebé con el pezón y la areola. Sin embargo, esta poderosa hormona también responde a otros estímulos como el sonido del llanto del bebé, el olor de su ropita, o simplemente mirarlo y pensar en él.
Por esto, parte indispensable del éxito de la lactancia es el contacto piel a piel con tu bebé desde el primer instante. La oxitocina hará su trabajo y en menos de lo que piensas tu pecho se empezará a llenar y gotear.
¿Alguna vez te han dicho que para amamantar debes estar relajada y tranquila? Esto se debe a que la oxitocina se inhibe ante situaciones de estrés, miedo, falta de confianza en el propio cuerpo. Por eso, si quieres amamantar, la primer sugerencia que podemos darte es: ¡confía! Tu cuerpo sabe lo que hace.
Si te incomoda mucho el goteo o la pérdida de leche, puedes utilizar los protectores mamarios absorbentes que se ponen encima del pezón. Los casquillos con un rollito de algodón en su interior también son una buena opción para usar durante los días en que tu pecho gotea.
Si notas que tu pecho gotea mientras tu bebé mama del otro, puedes ponerte un biberón para recoger la leche.
Pero la mejor solución para que el goteo termine, es sin duda, amamantar cada vez que tu bebé lo pide, sin horarios ni restricciones. De ésta manera, la producción muy pronto se sincronizará con las necesidades nutricionales de tu bebé y dejarás de gotear, ya que la leche estará disponible y se producirá solo en el momento en que tu bebé se prenda al pecho.
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