Actualidad: La clave de la alergia a la leche de vaca está en cómo nacemos

Los bebés que nacen por cesárea tienen doble riesgo de padecer esta afección relacionada a la proteína láctea.

Los bebés nacidos por cesárea tienen dos veces más riesgo de ser alérgicos a la proteína de leche de vaca (APLV) que los que nacen por parto natural, afirmaron especialistas y precisaron que en el país padecen esa reacción unos 50 mil chicos menores de tres años.

La conclusión surge del estudio «¿Es el parto por cesárea un factor de riesgo para el desarrollo de APLV en lactantes argentinos?«, realizado por el pediatra gastroenterólogo Christian Boggio Marzet junto a las doctoras María Anabel Tilli y María Teresa Basaldúa, del grupo de trabajo en Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Pirovano.

Entre 2010 y 2014 el grupo relevó 238 pacientes de alrededor de siete meses y con un peso promedio de 3.149 gramos que tenían signos aparentes de APLV, de los cuales el 56.3% había nacido por cesárea y un 43.7% por parto natural.

«La conclusión principal es que aquellos niños que no transitan el canal vaginal tienen el doble de riesgo de desarrollar ese tipo de alergia y también reacciones tardías como reflujo gastroesofágico y cólicos, aunque no es el único factor que condiciona», dijo a Télam el profesional que dirigió la investigación, recientemente publicada en el Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition.

Boggio Marzet explicó que la flora intestinal, técnicamente llamada «microbiota«, está colonizada por millones de bacterias que «determinan gran parte de la inmunidad del individuo».

«El bebé recibe de su madre esos primeros gérmenes beneficiosos por nariz y boca durante su paso por el canal vaginal y se alojan en su intestino. En contrapartida, los primeros gérmenes que reciben aquellos que nacen por cesárea son los que circulan en la sala de parto, que no lo ayudarán en el desarrollo de su sistema inmunológico en el intestino», detalló Boggio Marzet.

La situación empeora, apuntó, cuando la mamá recibe antibióticos por alguna infección durante el embarazo o aún durante el propio parto, cuando el nene es prematuro o cuando desde muy temprano no recibe lactancia materna. «Promoviendo el parto vaginal siempre que sea posible y fomentando la lactancia materna contribuiremos a la formación de una microbiota más protectora, que sin dudas ayudará a la formación del sistema inmunológico del intestino y lo fortalecerá frente a agresiones como las alergias a la leche de vaca», completó el especialista.

Por su parte Claudio Parisi, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica, señaló que la APLV «se manifiesta mediante síntomas inespecíficos que pueden incluir sangrado en la materia fecal, erupciones cutáneas, cólicos y retraso en el crecimiento, por lo que muchas veces se demora varios meses en llegar al diagnóstico».

«Si bien hay varios tipos de APLV, el tratamiento se inicia con la ‘dieta de exclusión’: la supresión inmediata en la dieta de la mamá del alimento sospechado, en este caso la leche de vaca y sus derivados, mientras que cuando ya no se amamanta o el bebé recibe alimentación complementaria, la supresión también debe alcanzar al niño», dijo Parisi a Télam durante el 6to Congreso Argentino de Gastroenterología Pediátrica, que se realizó en la ciudad de Buenos Aires.

En esos casos y como complemento de la leche de vaca, que el niño no puede ingerir, «se recomienda incorporar leches de fórmula especiales bajo indicación del médico tratante«, comentó Boggio Marzet. «Por lo general y si las manifestaciones son leves se indican fórmulas especiales que tienen la proteína de leche ‘rota’ o fragmentada, lo que disminuye su capacidad de generar alergia. Si los síntomas son más severos, se recomiendan las fórmulas a base de aminoácidos, donde la proteína está fragmentada al 100 por ciento y su capacidad de generar alergia es prácticamente nula», detalló.

El especialista recordó además que la cobertura de esas fórmulas «está garantizada por la ley de leches medicamentosas, que entró en vigencia en febrero«. «Afortunadamente, la mayoría de los cuadros de APLV, cualquiera sea su origen, suelen revertir por sí solos antes de los tres años. Sin embargo, en niños pequeños representa un problema serio que debe atenderse, ya que se corre el riesgo de que se presente un cuadro severo de desnutrición y complicaciones como problemas serios en el crecimiento», completó Parisi.

 

Actualidad: La alteración de la flora intestinal, clave en las patologías infantiles

El aumento de patologías como alergias, dermatitis atópica o asma en niños parece estar íntimamente relacionado con la alteración de la flora intestinal debido, entre otros factores, a una mala alimentación durante la infancia e, incluso, de la madre durante el embarazo.

Así lo ha advertido el dietista, nutricionista, investigador y docente del departamento de Pediatría, Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Valencia, Jesús Sanchís, quien durante el mes de julio ha participado en un curso de verano de la Universidad de Alicante «Rafael Altamira» sobre nutrición infantil avanzada, concretamente sobre la microbiota intestinal (microorganismos de los intestinos).

En una entrevista concedida a Efe, este experto ha explicado que la microbiota intestinal empieza a programarse desde la gestación, por lo que resulta trascendental que los progenitores cuiden su alimentación incluso antes del nacimiento.

La «disbiosis» de la microbiota (así se denomina a la alteración) también puede estar relacionada con futuras enfermedades autoinmunes o metabólicas, como por ejemplo la obesidad o la resistencia a la insulina, cada vez más presentes entre la población infantil.

Entre los factores que pueden contribuir a dicha variación negativa se encuentra la toma de antibióticos o fármacos en general, como el extendido omeprazol; también el parto por cesárea o la lactancia artificial, que contribuyen a una microbiota «diferente y peor», tal y como ha indicado Sanchís.

La falta de ejercicio físico y el desarrollo de los pequeños en ciudades alejadas de la naturaleza son otros componentes que debilitan su sistema inmunológico.

«Es muy importante que los niños estén en contacto con la naturaleza, pues son numerosos los estudios que revelan que los pequeños que crecen en entornos rurales tienen índices de alergia y asma significativamente menores que aquellos que lo hacen en entornos urbanos», ha incidido.

Sin embargo, a pesar de todos estos factores, quizá el más importante termina siendo, por evidente, la alimentación.

A una edad temprana, Sanchís ha recomendado una dieta basada, principalmente, en frutas, hortalizas y tubérculos, evitando productos «altamente procesados» como los alimentos envasados para bebés o los panificados industriales.

El motivo es que suelen contener cantidades importantes de azúcares, edulcorantes artificiales, grasas perjudiciales, emulsionantes y otros aditivos que perjudican a la microbiota y, por tanto, a la salud.

Esta recomendación se extiende más allá de la infancia, puesto que es imprescindible para que los adultos también dispongan de una microbiota intestinal sana y se muestren coherentes con el mensaje que trasladan a los niños.

En cuanto a los bebés, «no hay nada mejor que la leche materna» ya que contiene probióticos (microorganismos vivos procedentes del intestino de la madre) y prebióticos (el alimento de los probióticos) que son claves para una salud intestinal idónea.

Sanchís ha explicado lo que se denomina «eje microbiota-intestino-cerebro», el cual certifica que cualquier alteración de una de estas partes afecta, invariablemente, a las otras dos.

«Uno de los grandes problemas actuales es la mala gestión del estrés y las emociones, porque terminan por alterar la microbiota de la madre y, por ende, la de los bebés», ha especificado.

¿Hasta cuándo es recomendable la lactancia materna? Para Sanchís es una decisión de dos partes: la madre y su hijo: «Siempre que se pueda, debe ser exclusiva hasta aproximadamente los seis meses y extenderla hasta que la madre y el niño quieran», ha opinado.

Fuente: www.eldiario.es

Actualidad: Se puede criar sin papillas. ¿Qué es el baby-led weaning?

El baby-led weaning, o alimentación complementaria a demanda, es una tendencia en la crianza con apego y la alternativa más natural a las papillas.

Estamos viviendo una pequeña revolución sobre cómo criar a los niños. Es la llamada crianza con apego, que incluye hábitos olvidados como el porteo en vez del cochecito, el colecho y la lactancia materna a demanda prolongada.

También es común en esa corriente seguir el sistema baby-led weaning (BLW) cuando el niño comienza a tomar algo más que leche. Baby-led weaning se podría traducir como alimentación complementaria a demanda.

Se caracteriza por que se le ofrecen al bebé los alimentos a trozos, de manera que sea el propio niño el que los elija, agarre, se los lleve a la boca y decida qué cantidad comer, en lugar de darle papillas o purés cucharada a cucharada.

¿Cuándo se puede iniciar el baby-led weaning?

Según recomendaciones de la OMS, la lactancia materna exclusiva se debería mantener hasta los 6 meses. En los primeros momentos, la alimentación complementaria no tiene todavía un gran peso nutricional en la dieta del bebé porque la lactancia materna sigue siendo el alimento principal.

Es fácil que al inicio solo chupe, estruje y succione, y que coma porciones muy pequeñas. Cada bebé es diferente; algunos pueden estar preparados para consumir alimentos distintos a la leche a los cinco meses y medio, otros a los ocho meses.

Las 3 claves que indican que el niño está listo para iniciar la alimentación complementaria son las siguientes:

  1. Puede mantenerse sentado, aunque se apoye, y mantiene la cabeza erguida él solo.
  2. Es capaz de coordinar sus manos para coger un alimento y llevárselo a la boca.
  3. Ha perdido el reflejo de extrusión: es capaz de tragar alimentos sólidos y no los expulsa con la lengua.

El tipo de alimentos que se pueden ofrecer en el BLW es muy amplio, pero es importante que sean productos blandos y fáciles de agarrar, así como evitar los trozos demasiado pequeños.

Por ejemplo, se le puede ofrecer papa hervida, trozos de verduras cocidas (ramitos de brócoli, zanahoria, chauchas), trozos de fruta, pan, pasta de tamaño grande, dados de tofu, albóndigas, croquetas, trozos de palta.

El BLW y la alimentación tradicional con papillas no son opciones excluyentes. Podemos darle a nuestro hijo un puré y en otro momento ofrecerle un trozo de zanahoria hervida o un pedazo de banana.

Las ventajas de la alimentación autoregulada

Permite al bebé comer desde el principio en la mesa familiar, relajando la sensación de control y creando un ambiente distendido que alentará una relación placentera con la comida.

El bebé puede explorar formas, texturas, sabores y olores de manera libre, desarrollando los sentidos. Le permite conocer cada sabor y textura por separado (cosa imposible con las papillas), lo que favorece que consuma y acepte todo tipo de alimentos con más facilidad.

Fomentamos que el niño avance a su ritmo controlando su apetito y sensación de saciedad (según algunos estudios, si tiene a su alcance alimentos saludables, escoge instintivamente los alimentos que conforman una pauta equilibrada).

También hay algunas desventajas

Requiere más tiempo, porque el bebé come a su ritmo. También se ensucia más.

Puede que exista en los padres mayor miedo al atragantamiento, aunque hay poco riesgo si el bebé está preparado (si presenta las tres claves ya comentadas) y se halla en todo momento en compañía de un adulto.

Lucía Martínez (www.cuerpomente.com)