Un niño necesita dormir cerca de su mamá hasta los 3 años

Tres años, sí, tres años son los que tu hijo debería dormir contigo para sentirse protegido y estrechar vínculos con ustedes, sus padres; así como para obtener diferentes beneficios físicos y emocionales.

Una investigación realizada por el pediatra Nils Bergman, pediatra de la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, destaca que es momento de hacer a un lado esas recomendaciones de acostarlo a los pocos meses en su propio cuarto “para que se acostumbre”.

El especialista asegura que cuando el niño duerme en la misma habitación que su mamá descansa más y tiene un mejor vínculo con ella que aquel que duerme solo en su habitación.

Incluso, revela que el corazón de los niños registra un menor nivel de estrés. Durante la investigación se destaca que los  corazones de los bebés sufrían hasta tres veces más estrés cuando dormían lejos de mamá.

Además, los bebés que duermen en cunas tienen una mayor interrupción en sus ciclos de sueño, es decir, se despiertan más por las noches, que aquellos que duermen en el mismo cuarto que sus papás.

Los pequeños que duermen bien tienen un mejor desarrollo físico, mental y emocional; descansan mejor, están más relajados, son más resilientes, tienen una mayor autoestima, y contrario a lo que pareciera, son más independientes y tienen una mejor reacción ante situaciones donde deben tomar decisiones importantes.

De hecho, llegará un momento en el que él mismo te pida dormir solo, porque tendrá esa seguridad y confianza de hacerlo, así que olvídate de esas frases como: “tu bebé se acostumbrará y querrá dormir contigo siempre”, “te costará más trabajo pasarlo a su cuarto cuando sea más grande”.

¿Qué pasa con la muerte súbita?

Es cierto que diversos especialistas aseguran que al dormir con los papás aumenta el riesgo de muerte súbita; sin embargo, el doctor Bergman detalla que la muerte súbita u otras lesiones no son causadas por estar cerca de la mamá o papá.

«Cuando los bebés sufren muertes súbitas, no es porque su madre esté presente, es por el contacto con otras cosas como humos tóxicos, cigarrillos, alcohol, almohadas grandes y juguetes peligrosos».

Por eso, es importante contar con cuidados que eviten este tipo de situaciones como mantener libre de objetos el lugar donde duerme el bebé. Además, dormir contigo no significa que duerman en la misma cama, sino en el mismo cuarto.

Fuente: Biological Psychiatry Journal

 

La necesidad de exterogestación y su relación con la inteligencia humana

Por Darcia Narvaez, PhD. Universidad de Notre Dame (Indiana, USA)

Ser la especie más inteligente no nos hace más independientes.  Al contrario, en la especie humana la mayor parte del desarrollo cerebral acontece fuera del útero, ya que de otro modo el nacimiento sería inviable. Esto hace que el bebé necesite unas condiciones muy parecidas al útero para terminar de desarrollarse.

La característica más significativa de un bebé debería influir en cómo le tratamos.

Un bebé no está preparado para salir al mundo en el momento del nacimiento, ni siquiera a término completo (alrededor de 40 semanas, aunque puede variar de unos a otros en unos 50 días). Un bebé humano no se parece a un recién nacido de otros animales, no tiene huesos resistentes ni capacidad para el autoabastecimiento, ¡hasta los 18 meses de edad!   Es decir, para parecerse a un recién nacido de otros animales, los bebés deberían estar en el útero otros 18 meses. Sí, es una sorpresa (no se lo digas a mamá). Pero esto es lo que hemos observado al comparar el curso evolutivo de los humanos con otros mamíferos.

¿Qué significan 18 meses “de antelación” para el cuidado del bebé? Podemos imaginar que este simple hallazgo conlleva múltiples consecuencias.

Durante esos primeros 18 meses, los bebés esperan “un útero externo” (exterogestación), que es lo que ofrecen los componentes del nido del desarrollo (evolved nest). Los bebés no pueden autorregularse y necesitan que los cuidadores capaciten sus sistemas para que lo hagan (por ejemplo, calmándolos rápidamente para que los sistemas aprendan a hacer de eso la “norma”). Los adultos deben mantenerlos en un estado óptimo para que los sistemas continúen creciendo y desarrollándose normalmente. Estresar a los bebés significa que las energías se enfocarán a la supervivencia (más adelante).

Los huesos de la cabeza de un bebé no se fusionan hasta alrededor de los 18 meses para permitir el gran crecimiento cerebral, lo cual se produce a partir de los componentes de cuidado del nido de desarrollo de calmar, muchas caricias, estar en brazos, lactancia materna.

Sin embargo, la mayoría de los adultos en nuestro país parece no estar al tanto de las necesidades de los bebés, comenzando con muchos profesionales médicos que tratan a los bebés con rudeza, como si ellos no fuesen a registrar estas experiencias en sus sistemas del cuerpo y del cerebro. ¿Qué deberían saber los profesionales y todos nosotros? Estresar a los bebés dañará sus sistemas inmaduros que aún están en desarrollo: neuroendocrino, inmune, neurotransmisor, respuesta al estrés, y todos ellos pueden verse afectados durante toda la vida.

¿Qué están haciendo los adultos que saben? Atienden especialmente las necesidades de los bebés durante los primeros 1000 días de vida. Esto es más fácil en lugares donde los gobiernos proporcionan y pagan la asistencia médica universal, como el Reino Unido.

Ya lo sabemos: los bebés necesitan cuidados parecidos a los que tienen dentro del útero durante 18 meses después de su nacimiento. Deben mantenerse tranquilos y reconfortados mientras que sus sistemas neurobiológicos están madurando sus funciones.

Después de los 18 meses, el desarrollo sensible de los niños dura aproximadamente hasta los 3 años (primeros mil días), aunque el cerebro seguirá creciendo significativamente hasta los 6 años aproximadamente. El nido de desarrollo se va adaptando a las necesidades de los niños a medida que se desarrollan.

Cosas para recordar:

(1) Un bebé sigue siendo como un feto (en comparación con otros animales) hasta los 18 meses de edad, por lo que debemos proporcionar una experiencia de “útero externo”: calmado, reconfortante, físicamente presente.

(2) Un niño pequeño es un sistema dinámico cuya personalidad y salud se construyen socialmente por cuidadores, “ladrillo por ladrillo” o fase por fase, según las experiencias de los primeros años de vida.

(3) No deberíamos angustiar a los niños pequeños (especialmente de forma rutinaria, intensa o prolongada), especialmente en los primeros 3 años, sino apoyar suavemente el desarrollo de la autorregulación.

Comprender y practicar una buena atención temprana asegurará el desarrollo adecuado de todos los sistemas (neurobiológicos y sociales) y el florecimiento de una psique sana y única.

 

Los 15 principios de María Montessori para educar niños felices

Como siempre ocurre en materia educativa, hay fieles defensores y agudos detractores de la pedagogía que enunció María Montessori en su momento. Muchos afirman que a día de hoy la enseñanza, tal y como está estructurada, no ve como viable la metodología que introdujo la célebre educadora italiana de finales del siglo XIX y principios del XX.

Para ella, la escuela no es un espacio destinado únicamente a que un maestro o un profesor trasmita conocimientos de forma directiva. Montessori defendía ante todo que el propio niño desarrollara sus capacidades de una forma más libre, a partir de un material didáctico especializado.

“Ayúdame a hacerlo por mí mismo.”

-María Montessori-

La perspectiva pedagógica de María Montessori

Las aulas tenían alumnos de diferentes edadesahí donde los propios niños eran libres de elegir el material a trabajar, y de ampliar sus habilidades de forma más autónoma.

Eran ellos quienes marcaban su velocidad de aprendizaje según sus particularidades, envueltos siempre en un contexto menos rígido, donde las pizarras dejaban de tener tanta importancia y donde los niños tenían libertad de movimiento en el aula.

La perspectiva pedagógica de María Montessori tuvo un impacto mundial y renovó muchos de los cimientos educativos mantenidos hasta entonces, hasta el punto de “chocar” bastante con esos sectores más conservadores y clásicos de la enseñanza.

A día de hoy, este método donde se enfatiza ante todo la libertad de aprendizaje y la responsabilidad del propio alumno en su proceso de adquisición de contenidos, es un método que no se aprecia en la mayoría de los centros. Podemos encontrarlo eso sí, en algunos colegios de línea privada donde se trabajan muchas de estas interesantes estrategias.

No obstante, tanto la pedagogía de la libertad de Montessori como la de la esperanza que formuló Paulo Freire, no vertebran demasiados pilares de nuestra educación actual (No al menos en muchos países).

Ahora bien, llegado a este punto puede que te preguntes ¿Dónde quedaba entonces el papel de las madres y los padres en la enseñanza de sus hijos? ¿Era importante? Era, ES, vital. El apoyo, la orientación y el cuidado de los padres es fundamental para educar niños felices, adultos autónomos y buenas personas el día de mañana.

Los mandamientos de María Montessori para los padres y madres

Aquí de dejamos 15  de esos principios que enunció en su momento María Montessori, y que seguro te serán de ayuda.

  • Recuerda siempre que los niños aprenden de lo que les rodea. Sé su mejor modelo.
  • Si criticas mucho a tu hijo, lo primero que aprenderá es a juzgar.
  • En cambio, si lo elogias con regularidad, él aprenderá a valorar.
  • ¿Qué ocurre si le muestras hostilidad al niño? él aprenderá a pelear.
  • Si se ridiculiza al niño de modo habitual, será una persona tímida.
  • Ayuda a que tu hijo crezca sintiéndose seguro a cada instante, será entonces cuando aprenda a confiar en los demás.
  • Si  desprecias a tu hijo niño con frecuencia, se desarrollará un sentimiento muy negativo de culpa.
  • Propicia que tu hijo vea que sus ideas y opiniones son siempre aceptadas, con ello conseguimos que se sientan bien ellos mismos.
  • Si el niño vive en una atmósfera donde se siente cuidado, integrado, amado y  necesario, aprenderá a encontrar amor en el mundo.
  • No hables mal de tu niño/a, ni cuando está cerca, ni cuando no lo está.
  • Concéntrate en que tu hijo está creciendo y desarrollándose de modo óptimo, valora siempre lo de lo bueno del niño de tal manera que no quede nunca lugar para lo malo.
  • Escucha siempre a tu hijo y respóndele cuando él se acerque a ti con una pregunta o un comentario.
  • Respeta a tu hijo aunque haya cometido un error. Apóyalo. Lo corregirá, ahora o quizá un poco más adelante.
  • Debes estar dispuesto/a a ayudar a tu niño si busca algo, pero debes también estar dispuesto a permitir que encuentre las cosas por sí solo.
  • Cuando te dirijas a tu hijo, hazlo siempre de la mejor manera. Ofrécele lo mejor que hay en ti mismo/a.

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

 

El cambio de pañal

El cambio, de pañal o de ropa, es un momento íntimo y conjunto entre cuidador y bebé. Además, al ser rutinario, es un buen momento para crear un vínculo que favorecerá el aprendizaje y la autoestima del niño.
Hay que tener en cuenta  que atenta contra su espacio, su bienestar,  (como quitarle su calor) por  lo que tiene que haber un respeto hacia él y una conciencia de que el bebé es un ente activo en el proceso. Es importante darle seguridad y cariño. En ocasiones, especialmente en las escuelas, la rapidez y la presión no permiten crear un ambiente ventajoso para el niño. Por ello vamos a aprovechar a redactar unas pautas para afrontarlo de la mejor manera posible con las recomendaciones de la pediatra y pedagoga Emmi Pikler. Tan útiles en el hogar como en la escuela.
Utilizar el mismo lugar. Al ser predecible y sentirse seguro se va a concentrar mejor en la comunicación con el adulto y sacará el máximo partido.
Mantener una comunicación. Tanto visual como física. Se puede ir contándole las cosas que vas haciendo (primero te quito el pantalón, ahora te voy metiendo el bracito en la camiseta…). Le da seguridad pues no es algo casual, el adulto controla la situación. Además va aprendiendo su esquema corporal a través del tacto y la palabra.
Por último, al ser consciente de lo que está pasando, le  va generando poco a poco una actitud más participativa  y consciente de la actividad; esto  es un proceso que terminará en el gusto por su autonomía e independencia.
Respetar sus movimientos. Al estirar las extremidades del niño siente que se está ejerciendo poder sobre él, no se respeta su individualidad,  su tiempo, su espacio, su tranquilidad. Si con un poco de paciencia, se le permite hacer sus movimientos, se le pregunta y uno se detiene se le explica sobre lo que vas  a hacer a continuación el niño poco a poco irá aprendiendo a predecir lo que viene y llevarlo a cabo contigo (“¿Terminaste de mover la pierna? Ahora te voy a poner el pantalón”).Esto va a provocar que uno no sienta que es  una obligación y que él no tenga que estar distraído para poder terminarlo.  Gracias a esto se  conseguirá disfrutar de un momento precioso e íntimo entre cuidador y niño.
Movimientos suaves. Aunque el bebé llore se debería mantener una actitud calmada, si aceleramos el ritmo porque queremos que el llanto pare nuestros movimientos son más bruscos y poco habituales. Esto va a agregar más malestar al niño puesto que además de su incomodidad inicial se suma un trato más movido, menos agradable.
Intentar no variar de adulto. En una escuela infantil se pueden dividir los niños entre las tutoras y que sea siempre la misma persona la que cambia el pañal del niño. Además debe ser un momento en el que cuidador y niño compartan intimidad, es su momento y debería ser él el protagonista.
Estar en contacto con el niño. Al igual que en un masaje, la continuidad de la actividad es muy importante para que no se rompa el vínculo creado. Intentar empezar y terminar sin interrupciones y no romper el contacto físico con él.
Cambiarlo cuando tiene sus necesidades cubiertas. En caso de que no sea así, intentar satisfacerlas brevemente antes de comenzar el cambio. En el caso de que no se hiciera así normalmente, el bebé asociaría el cambio con una sensación desagradable de hambre o sueño e intentaría rechazar este momento.
Bibliografia: E. Pikler.

Semana Mundial de la Crianza en Brazos

A diferencia de lo que se creía antes, el portear a los niños en brazos es bastante estimulante y otorga grandes beneficios para el desarrollo de su percepción del exterior.
Algunos de los beneficios:
• Enriquece el desarrollo neurobiológico: Al cargar en brazos a nuestros bebés todos sus sentidos se activan y se estimulan.
• Potencia la confianza en sí mismo: Se sienten acompañados, otorgando un vínculo de apego que ayudará a enfrentar y superar de mejor manera los desafíos que se presenten más adelante.
• Fortalece una base emocional segura: Cada vínculo que se genera en esta etapa tendrá una implicancia en los sentimientos de seguridad, autoestima y posteriores relaciones sociales.
“Estamos en  la semana mundial de la crianza en brazos.”
Cerquita, pegados piel a piel, abrazados y contenidos. Los bebés en brazos no se «malcrian».  Los brazos son una NECESIDAD de los seres humanos ( por algo nacemos sin saber caminar)

Los pediatras recomiendan limitar las visitas de familiares y amigos al sanatorio tras el parto

Las visitas, los celulares, los regalos, etcétera, distraen a las madres del objetivo de la lactancia

La Asociación Española de Pediatría (AEP) incide en los beneficios de iniciar la lactancia materna dentro de la primera hora tras el parto y aconseja limitar las visitas de amigos y familiares los días posteriores para no dificultar este proceso. «Como todo proceso necesita de un aprendizaje por parte de ambos —bebé y mamá— en cuanto a la postura, el agarre, saber cuándo el bebé tiene ganas de mamar», ha asegurado la doctora Laura San Feliciano Martín, coordinadora del IV Curso de formación en la Lactancia Materna para Residentes de Pediatría y Pediatras que se celebró en la ciudad de Salamanca.

En ese sentido, ha destacado la necesidad de que madre e hijo pasen tiempo juntos, sin distracciones y conociéndose, y por ello considera que las visitas deben ser cortas y poco numerosas. «Las visitas, los celulares, los regalos, etcétera, muchas veces distraen a las madres y no pone a mamar al niño durante largos ratos», según la doctora San Feliciano, que incluso propone que sea el padre quien reciba a familiares y amigos para que «se respete al máximo a la madre en su intimidad».

 Principales problemas de inicio

Además, esta experta ha destacado que el principal problema que consultan las madres en estos primeros días posteriores es que no pueden darse cuenta si el bebé mama y saca leche del pecho, y también problemas de agarre, que son causantes de la aparición de grietas en el pezón y dolor al dar el pecho. En este sentido, la doctora Marta Díaz, coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la AEP, asegura que la observación de una toma de pecho en la maternidad por un profesional sanitario con experiencia en lactancia materna ayuda a identificar y corregir los problemas en la técnica, conseguir una buena posición y agarre del niño al pecho.

«Estos problemas dificultan el inicio de la lactancia, suponiendo el abandono de la lactancia en las primeras semanas de un 5-10 por ciento de las madres que tiene intención de dar el pecho a sus hijos y había iniciado la lactancia en la maternidad», ha asegurado. Otros problemas que pueden surgir los primeros días son la ictericia o la hipoglucemia, que generalmente se deben a la falta de aporte o al ayuno del recién nacido y que se solucionan aumentando el número de tomas y valorando que estas sean adecuadas.

Alimentación y medicamentos

Por otro lado, los organizadores del curso también recuerdan que, pese a la creencia popular, se ha demostrado que las necesidades nutricionales de la madre lactante son sólo un poco superiores a las de una mujer no lactante. Pero si la madre mantiene una dieta normal, variada, que asegure una ingesta calórica por encima de 1.800 kilocalorías diarias, su producción de leche no debe verse afectada, ha destacado.

Durante el curso han recordado que son poco los medicamentos que contraindican la lactancia aunque, pese a ello, es frecuente que haya mujeres que dejan de dar el pecho por este motivo pese a no estar fundamentado su peligro real «más que en un pequeñísimo porcentaje de productos», indica la doctora Díaz.

 Fuente: www.abc.es

Siete frases Montessori para usar con tus hijos

Definir el sistema o la pedagogía Montessori no es cosa sencilla: no se limita a un estilo de pensamiento, es una manera de ver el mundo, tanto así que incluso tiene un languaje particular para dirigirse a los niños…

Los guías Montessori utilizan un lenguaje que supone primero el reconocimiento y el respeto hacia el niño, las palabras que usan fueron escogidas cuidadosamente para reforzar la voluntad y las habilidades de cada niño, para promover su independencia y desarrollar un pensamiento analítico y crítico.

Te compartimos 7 frases comunes que se usan en el sistema Montessori y que como padres podemos incorporar a nuestra vida/crianza cotidiana:

1. “Te he visto esforzarte mucho.”

Enfocarse en el proceso y no en el resultado es clave en el sistema Montessori. Se evita el reconocimiento absoluto con frases como “buen trabajo” o “te quedó hermoso”, o “lo hiciste perfecto”, y en cambio se hace énfasis en lo concentrados que estuvieron durante la labor, o lo mucho que han mejorado la letra, o en cómo han cuidado la limpieza esta vez.

Reconocer el esfuerzo en lugar del resultado hace que el niño se sienta motivado para seguir mejorando y lo hace creer que siempre puede hacerlo mejor

Se trata también de usar frases específicas y no genéricas, por ejemplo; en lugar de decir “Eres un buen niño”, decirle: “Noté que has tratado muy bien a tu hermanito y que hoy compartiste tus juguetes”, esto lo hace ver que su conducta es reconocida, pero que no lo etiqueta. En lugar de decir “Eres un gran artista”, decir algo como “Me gusta mucho cómo has usado tantos colores en tu dibujo, cada vez usas mas y se ve muy lindo”.

2. “¿Qué piensas de tu trabajo?”

En Montessori, el niño es su propio maestro. Los niños y las niñas por lo general son catalogados, elogiados de maneras genéricas o criticados de maneras absolutas. En Montessori los guías ponen al alcance del niño materiales que descubre por sí mismo en un ambiente que favorece la curiosidad y los experimentos.

El auto-análisis o la auto-evaluación es parte del descubrimiento.

Cuando el niño te pregunta “¿te gusta mi dibujo?”, en Montessori se sugiere que en lugar de responder de manera automática “Me encanta”, respondas con preguntas tipo: “¿A tí te gusta?, ¿Cuál es tu parte favorita?; ¿Qué te costó mas trabajo?… esas respuestas/preguntas lo llevan a revisar su propio trabajo en lugar de solo buscar aprobación.

3. “¿Dónde podrás encontrarlo o buscarlo?”

La independencia es otro gran valor Montessori. Se trata de enseñar a los niños a hacer cosas por ellos mismos. En tanto que lo sencillo es resolver la mayoría de las dudas de nuestros hijos, es mejor no hacerlo y ayudarlos a encontrar sus propias soluciones y respuestas. esto aplica cuando pierden algo, o cuando preguntan qué hacer con alguien… por ejemplo: tu hijo no encuentra su zapato, en lugar de sacarlo de debajo de la cama y dárselo en la mano, le preguntas dónde cree que pudo haberlo dejado, esto puede tomar tiempo y paciencia pero la práctica hace al maestro y aprenderá a buscar por él o ella misma.

4. “¿En qué te gustaría que te ayude?”

Lo natural es que los niños pidan ayuda, pero todos queremos que nuestros hijos se conviertan en personas responsables. A los niños les gusta que se les asigne responsabilidad y que se les reconozca que pueden llevarla a cabo.

En Montessori, cuando el niño pide ayuda se le pregunta en qué le gustaría recibir la ayuda, es decir, el niño tiene que pensar en lo que realmente no puede hacer solo, con esto el niño asume la parte que sí puede hacer solo y recibe gustoso la ayuda que requiere.

Por ejemplo: recoger los juguetes puede ser un fastidio para los niños sobretodo cuando están cansados, pero podemos decir algo como “OK; mira yo recojo los coches y tu la pista”, con eso terminan haciéndolo ambos, pero no se libera de su responsabilidad y se siente apoyado-acompañado.

5. “En nuestra casa nosotros…”

Esta pequeña frase se usa para recordarle al niño las reglas y costumbres de casa, así va reconociendo como funciona su comunidad primal: su casa. Esto se usa en lugar de gritar instrucciones o de dar órdenes, el niño comprende su entorno y accede a ser parte de esas reglas.

Ejemplo: “En nuestra casa comemos sentados y no gritamos”, es mejor que decir “Siéntate a comer y cállate”. Igual que a los adultos, los niños disfrutan de ser parte de una sociedad.

6. “No lo distraigas, está concentrado”.

Proteger la concentración de los niños es fundamental en el sistema Montessori. Es importante establecer ritmos y tiempos para que los niños lleven su atención a ciertas cosas y actividades hasta que las comprendan. Si tu hij@ está concentrado no lo interrumpas para preguntarle qué hace o cómo lo hace, o si le gusta o no lo que hace, respeta su concentración.

La concentración fomenta el pensamiento creativo y el juego imaginativo y ello es vital para el desarrollo saludable del niño.

7. “Sigue al niño”.

Esto va más allá del sentido literal de ir tras de él, se basa en un principio de confianza, en el que cada niño sabe y reconoce (si lo dejamos), cuando es el tiempo para que haga o desarrolle ciertas cosas y habilidades. El niño establece su ritmo e interés en el aprendizaje y los guías y los padres los seguimos.

Se trata de entender la razón detrás de la conducta. Esto nos recuerda que NO todos los niños caminan al año, o leen a los cuatro, o hablan a los dos… a un niño sano que no ha desarrollado ciertos puntos de crecimiento no le puede importar menos no hacerlo, pues ello es la transparente razón de que no le interesa aún

Seguir al niño significa reconocer que cada niño es único y que tiene sus necesidades, intereses, pasiones y habilidades individuales y que debe ser guiado conforme a éstas.

Montessori no es solo una corriente educativa, es una manera integral de ver  y estar con un niño. Aun cuando tu(s) hijo(s) no vaya(n) a una escuela Montessori, puedes aplicar estos 7 puntos en tu manera de comunicarte y verás la diferencia.

Autora: Karla Lara, www.mamanatural.tv

 

Nota: “La maternidad es dura, nunca criamos al gusto de los demás”

Siempre se habla de la importancia de la lactancia para la salud del bebé, pero ¿qué importancia tiene para la salud de la madre?

En los últimos 20 años se han descubierto cada vez más efectos de la lactancia sobre la mujer… La lactancia produce beneficios mientras la madre amamanta: le ayuda a entender mejor las necesidades de su bebé, a sentirse menos estresada, a tener la tensión más baja, a perder peso (todo esto es efecto de la oxitocina y todos los sistemas que activa en la madre durante la lactancia). A largo plazo, las madres que han amamantado tienen menos riesgo de padecer cáncer de mama, de tener infartos de miocardio o infartos cerebrales, de obesidad, de hipertensión, de diabetes… realmente es una maravilla. En un reciente congreso celebrado en España, la experta Melissa Bartick explicó que la lactancia ¡es más importante para la salud de la mujer que para la del bebé!

¿Hay diferencias en el futuro adulto entre un bebé al que amamantó su madre o el que fue alimentado con leches compradas?

Sí, de esto no cabe duda y son cientos de estudios los que lo demuestran. Tomar leche materna más de dos meses ya empieza a dar resultados medibles de salud en los bebés, y más cuanto más tiempo y más cantidad toman. Tiene sentido, ya que el ser humano está diseñado para tomar leche humana, y no leche química basada en la leche de vaca. Es como si criamos caballos con leche de jirafa… podrán salir adelante más o menos si la modificamos, pero no estarán igual de sanos.

Asesora a madres con dificultades para dar de mamar a sus bebés. ¿Cuáles son los principales problemas con los que se enfrenta?

El principal problema es la percepción de la madre de que no tiene suficiente leche para alimentar a su bebé. Y digo percepción porque con frecuencia no es una insuficiencia real sino una sensación de la madre. Casi todas las madres son capaces de producir leche para sus hijos, pero debido al gran número de interferencias que impactan este proceso natural (partos muy medicalizados, consejos incorrectos los primeros días, falta de apoyo especializado, falta de apoyo del entorno familiar…), muchas llegan a sentir que no son capaces.

¿Cree que también hay ‘interferencias’ sociales o laborales?

Por supuesto. La maternidad es un período duro socialmente, en el sentido de que nunca criamos al gusto de los demás. Las madres que dan el pecho son criticadas por poner al bebé al pecho con frecuencia, son acusadas de hacerles pasar hambre, de malcriarlos por darles ‘a demanda’… pero a las madres que no dan el pecho se les hace sentir culpables por no darlo… así que hay críticas y acusaciones para todas. La verdad es muy triste. En otras culturas la cuarentena es una época en la que se cuida especialmente a la madre que acaba de tener un bebé. Aquí es lo contrario… mientras estás embarazada eres como una diosa, pero en cuanto das a luz se espera que seas la madre perfecta, la anfitriona perfecta y la trabajadora perfecta. Y esto independientemente de la forma en que alimentes a tu bebé. Todas las madres deberíamos estar unidas para crear un espacio social que nos permita respirar durante la crianza de nuestros hijos pequeños.

Hace años, las madres les daban de mamar a sus hijos hasta los dos o tres años. ¿Por qué no se hace hoy, por problemas laborales o porque no resulta conveniente?

Un poco de todo… se ha perdido la cultura, la forma de vida en la que esto era lo normal. Ciertamente la vuelta al trabajo a las 16 semanas no ayuda… Sin embargo, es una cuestión muy cultural, muy tribal. Me refiero a que existen por ejemplo en Galicia pueblos donde hay matronas excelentes acompañando a grupos de apoyo a la lactancia desde hace años, y en esos pueblos, o barrios, la lactancia se va convirtiendo en algo normal, ves madres dando el pecho por todas partes, o porteando a sus bebés, o lactando hasta los dos o tres años. Allí la lactancia se ha recuperado como norma cultural.

Autora: Carmela Baeza Pérez-Fontán, médica especializada  en medicina familiar y comunitaria y especialista en lactancia materna. Nota realizada en el marco de las «Xornadas de Formación Avanzada en Lactancia Materna» organizadas por la Asociación Galega de Matronas.

 

¿Puede un bebé manipular?

Manipular es un verbo cargado de malicia y carente de escrúpulos. Por eso, cuando oigo decir que los bebés y niños pequeños manipulan a sus papás, no lo entiendo. Me dirán los que piensan que es así,  que “si cada vez que el bebé llora lo levantas, habrá logrado su objetivo y estará llorando todo el tiempo para no darte un minuto de paz y lograr lo que quiere”. Olvidan los que dicen eso, que llorar es prácticamente la única forma de comunicarse que tienen los bebés. Olvidan que los bebés sólo quieren estar con mamá, con papá y que dependen completamente de su amor y cuidados.

También dirán los que dan consejos (sin que se los pidan) que lo mejor es ignorar los berrinches de los niños de dos años, pues “si les haces caso, si les prestas atención, ya sabrán cómo manipularte”.

Los bebés y niños pequeños son muy inteligentes, eso es cierto. Pero de ahí que pensar que te están manipulando y tramando una estrategia maquiavélica para controlar cada movimiento a su favor, simplemente, NO.

Para poder de verdad manipular, los bebés tendrían que nacer con o desarrollar muy pronto estas complejas habilidades cognitivas:

  • Pensamiento hipotético
  • Pensamiento racional y crítico
  • Empatía
  • Control de sus impulsos

Ya lo han comprobado los científicos: estas habilidades cognitivas son las últimas en desarrollarse entre los 20 y 25 años de edad.

Así que la idea de que los bebés y niños pequeños manipulan, refuerzan el modelo que yo no comparto de que la tarea de los padres es siempre tener el control y jamás permitir que los niños “se salgan con la suya”. Para mí, es como si los papás se pusieran los guantes de boxeo y estuvieran listos para derrotar los planes maliciosos de su enemigo: su bebé. Algo que para mí no tiene sentido.

La maternidad y la paternidad no tienen por qué  llevar impreso el sello de la paranoia de la manipulación. La relación entre padres e hijos no debería plantearse en términos de poder, sino en términos de un amor que se desarrolla en el equilibrio y el respeto mutuo. Ceder no es una derrota, controlar no es un triunfo.

Tu bebé no te manipula, lo más probable es que sólo quiera tu cercanía o no sepa cómo manejar una emoción intensa. Olvida esas teorías truculentas y más bien, sigue tu instinto maternal.

Autora: Ana Hanssen