Disquecia del Lactante

El llanto de los bebés es su manera de comunicarse con nosotros y de pedirnos ayuda para que hagamos algo, y la reacción lógica de los padres es intentar calmar a los bebés, retornarles a un estado de calma en que se encuentren bien de nuevo.

Uno de esos momentos es cuando quieren hacer caca y no lo consiguen, y es un momento duro porque los padres desearían hacer algo y no saben qué, y ven que el bebé hace fuerza, se pone rojo, se arquea y llora sin conseguirlo. Es lo que se conoce como «disquecia del bebé»

Disquecia del bebé: NO es estreñimiento

Cuando un adulto no consigue defecar sufre, se queja, hace esfuerzos y siente dolor para echar el bolo fecal porque está duro y es relativamente grande. Es lo que conocemos como estreñimiento. Por este motivo, los padres suelen hacer una regla de tres al ver a su  bebé con los mismos síntomas: se queja, hace esfuerzos, llora, se pone rojo, se arquea y parece que sufre para hacer caca. Después la hace, al final, y entonces se queda tranquilo. ¿Conclusión? Pensamos que tiene estreñimiento, porque todo coincide.

Sin embargo no todo coincide, porque lo que motiva esos síntomas en los adultos es que las heces son duras, pero los bebés cuando hacen caca la hacen deshecha, prácticamente líquida, con algunos grumos, pero totalmente blanda. Sólo la suelen hacer más bien pastosa, con más densidad, cuando toman leche artificial, que se digiere peor que la leche materna.

Por eso en los bebés no se dice que tengan estreñimiento, pese a comportarse igual al hacer caca, porque si un adulto con estreñimiento toma un  laxante empezará a hacer caca más líquida y desaparecerán las molestias pero si se lo das a un bebé conseguirás que haga la caca aún más líquida de lo que ya la hace, pero las molestias seguirán estando presente en muchas ocasiones. Y eso es porque lo que tiene el bebé no es estreñimiento, sino la llamada disquecia del lactante.

Qué es la disquecia del lactante?

Suena a enfermedad, o algo que haya que solucionar, pero no lo es en realidad. Es algo normal y natural que sufren muchos bebés y que desaparece cuando pasa el tiempo, como tantos «males» de los bebés en las primeras semanas.

La disquecia del lactante es un asincronismo entre lo que el bebé quiere hacer y lo que en realidad hace, por inmadurez. De manera coloquial:  «el bebé aprieta para hacer caca pero en su ímpetu por apretar acaba apretando también la cola, el esfínter, y no puede sacarla».

Una definición un poco más técnica de acuerdo a la Asociación Española de Pediatría:

Hay un cuadro llamado «disquecia del lactante» que se define como al menos 10 minutos de esfuerzo y llanto antes de la emisión de heces blandas en menores de 6 meses. Se cree que se produce porque el bebé realiza los esfuerzos de empujar con el esfínter anal cerrado, y que por eso le cuesta. Cuando el esfínter se abre, salen las heces sin dificultad y cesa el llanto. Es un cuadro benigno que suele mejorar espontáneamente.

Por lo tanto  no es una enfermedad ni un síntoma de nada, sino algo muy común en los bebés cuya cura es la paciencia y el tiempo, y entre medio, algunos masajes en la pancita  (en el sentido de las agujas del reloj) a combinar con la flexión de las piernitas presionando un poquito el abdomen (sin pasarse), por si en una de esas lograra soltar la caca.

No se puede dar infusiones o estimular el ano.

Las infusiones no suelen recomendarse porque no van a ayudar al bebé a hacer caca (recuerde, la caca ya es líquida o blanda, y el problema es que el bebé hace fuerza pero no abre los esfínteres), y porque, pese a que tranquiliza a los padres, que sienten que están haciendo algo por sus bebés, lo que se provoca es la sensación de que hay que tratar incluso aspectos normales de los bebés, considerándolos patológicos y haciendo que, a la larga, se acaben medicando más procesos de los necesarios.

Estimular el ano, puede acostumbrarse entonces a hacer caca solo cuando se le estimule, y entonces no solo no se habrá solucionado la disquecia (que se soluciona sola), sino que la habremos empeorado.

Siempre ante cualquier duda consulte con el pediatra del bebé.

Crianza: Peso y salud

″¡Qué lindo es y qué gordito está!″.

Seguro que has oído esta frase más de una vez cuando alguien está elogiando a un bebé. Un bebé ″gordito″ en nuestra cultura se ve a menudo como un bebé sano y hermoso. Es más, se considera que una mamá que tiene un bebé gordito, es una mamá que está haciendo un buen trabajo.

Cuando el pediatra mide al bebé en las tablas de crecimiento y nos da el percentil en el que se encuentra, saber que está por encima de la media suele ser motivo de satisfacción y que está por debajo motivo de preocupación, aunque el bebé esté igual de sano en los dos casos.

Peso y salud

El hecho de que un bebé sano se haya asociado durante mucho tiempo en nuestra cultura con un bebé que se ve ″gordito″ tiene su lógica. Las generaciones anteriores no lo tuvieron fácil para criar bebés. Por un lado, no existían las vacunas que tenemos hoy en día a nuestra disposición, ni los antibióticos o tratamientos para la mayoría de las enfermedades que ahora se pueden prevenir o tratar y antes podían acabar con la vida de un bebé. A esto hay que añadir la hambruna y la malnutrición que, en algunos países, también estaban presentes en muchas familias.

Un bebé gordito tenía más posibilidades de sobrevivir un problema de salud que uno que no estuviera bien alimentado. De ahí viene en parte el valor que le dan muchas culturas, incluida la nuestra, a un bebé con exceso de peso.

Sin embargo, las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas. Hoy en día, la obesidad infantil es un problema grave y, en muchos casos, este problema inicia en la infancia. Los niños no ganan sobrepeso de la noche a la mañana, es un proceso gradual que se desarrolla a lo largo de meses o incluso años.

Las repercusiones que la obesidad infantil tiene en un niño pueden ser muy graves. Por ello es muy importante saber cuál es la mejor alimentación que le puedes dar a tu bebé, desde que es chiquito, para que mantenga un peso saludable.

Niños gorditos antes y ahora

Hay otro factor a tener en cuenta cuando hablamos de niños gorditos. Antes, en la generación de nuestras madres o abuelas, el hecho de que un niño pequeño tuviera unos kilos de más no era un gran motivo de preocupación porque, a medida que el niño crecía, este exceso de peso solía desaparecer gradualmente.

Pero la vida que se hacía antes era bastante diferente de la que se hace ahora. Los niños hacían mucho más ejercicio jugando en la calle y la alimentación no contenía una cantidad tan grande de azúcares y grasas como tiene ahora.

Hoy en día los niños hacen mucho menos ejercicio. La televisión y los videojuegos han pasado a convertirse en pasatiempos favoritos, en lugar de los partidos de fútbol y los juegos de correr y pillar que antes eran sus diversiones habituales.

Además, debido a la falta de tiempo, las familias de hoy utilizan a menudo alimentos ya preparados, comidas precocinadas o comidas rápidas. Estos alimentos suelen tener una proporción más alta de azúcares y grasas que los alimentos naturales. Y las sodas, que son tan comunes hoy en día, se tomaban antes de forma ocasional y excepcional en una fiesta de cumpleaños o celebración, no formaban parte de la dieta diaria como sucede en la actualidad.

El exceso de calorías, unido a una falta de ejercicio, tiene como consecuencia el exceso de peso.

¿Qué hacer?

Los niños latinos se están viendo especialmente afectados por la epidemia de obesidad infantil en los Estados Unidos y cuanto antes comienza un niño a tener exceso de peso, más posibilidades hay de que sea obeso en la edad adulta.

Sin embargo, aunque tu pediatra te diga que tu niño pesa más de lo que debería, puede ser difícil aceptarlo, especialmente si tu mamá o tu abuelita te insisten, con buenas intenciones, en que tienes que darle de comer más a tu bebé, o que no está engordando lo suficiente. Pero fíate de tu pediatra. Si te dice que tu hijo tiene sobrepeso, sigue sus recomendaciones para llevarlo al peso adecuado para su etapa de crecimiento. Y si considera que tu bebé está sano y que su peso está bien, aunque la abuelita opine lo contrario, estate tranquila.

Dejar de darle el pecho a un bebé chiquito y pasar a la fórmula para ver si ″engorda″ o añadirle cereales al biberón no son buenas estrategias porque una alimentación excesiva en la infancia frecuentemente es causante de problemas de obesidad en el futuro.

Revisado por el Dr. Alberto Gedissman

 

Estimular vs interactuar: distintas miradas sobre el movimiento en los bebés

En general se habla de estimular tempranamente a los bebés cuando están aprendiendo a gatear y a moverse, pero pocos conocen la otra corriente, la del acompañamiento y juego libre.

Solemos escuchar que la estimulación es la mejor manera de ayudar a los bebés en su crecimiento. Sin embargo, hay estudiosos que sugieren que es exactamente al revés. Es el caso de Emmi Pikler , una pediatra formada en Viena que ejerció en Budapest en 1930, promoviendo el desarrollo motor autónomo. Su mirada considera a los niños como seres activos con iniciativa propia, dotados con una programación genética que hace que el aprendizaje se produzca de manera perfecta.

El pensamiento consensuado se centra en resultados visibles, conla idea de que cuanto más estimulado sea un niño más expandirá su potencial. Y muchas veces ocurre lo contrario.

Consecuencias negativas de sobreestimular

* Los niños estimulados muchas veces empiezan a centrarse en lo que el adulto espera de ellos; lo que los lleva a perder su propio eje.

* La exigencia se transforma en un estado permanente de alerta, porque a partir de ese momento estarán siempre preguntándose si hacen las cosas bien o no, y si serán aprobados o no.

* Es importante recordar que en todo proceso vital está en juego el afecto; el bebé, entre otras cosas, hará lo que sea para sentirse amado y aceptado.

* Los procesos son lo más importante y, si están bien llevados a cabo, los resultados vendrán solos. Si los forzamos, a veces redunda en lo contrario.

Criar según «modas»

La cultura, las modas, recomiendan formatos y estímulos. Antiguamente, era envolver a los bebés como momias; ahora estas prácticas son menos invasivas, como poner al bebé boca abajo o sentarlo entre almohadones. Anticipan un proceso cuyo resultado se dará de todas maneras de forma espontánea.

El error de lectura es que cuando el niño lo hace, el adulto cree que fue gracias a sus intervenciones. Y verdaderamente fue a pesar de éstas. Lo peligroso es que al interrumpir el proceso del desarrollo -la motricidad autónoma- los niños que, por ejemplo, fueron sentados de manera anticipada, rara vez logran gatear.

El gateo es una fase muy importante del despliegue de la motricidad autónoma, porque son los movimientos precursores de la marcha que a su vez se integran en el cerebro para intervenir en otros procesos como en el lenguaje. Al inhibir la posibilidad de que el niño gatee, entonces también se dificultan otros procesos de adquisición de habilidades.

Otra consecuencia perjudicial de la intervención es la frustración que experimenta un niño por no poder hacer lo que hacen otros. También la sensación de necesitar ayuda porque «estando solo no me sale». Y, por último, la instalación de un patrón de exigencia constante de tener que brindar un resultado para satisfacer a mamá en lugar de respetar tiempos y necesidades propias.

Gatear, estar acostado, rolar

Las prácticas adecuadas para posibilitar un desenvolvimiento óptimo, en este caso de la motricidad (pero que tiene impactos en otras áreas), son: dejar al bebé acostado en una colchoneta en posición boca arriba, sin medias y sin guantes, porque los pies y las manos en este momento del desarrollo tienen exactamente la misma capacidad sensorial y motriz.

Si si el adulto cree que el bebé siente frío por los pies, es en realidad el mismo frío que siente por las manos. Los bebés pequeños no caminan y no están apoyados en el suelo frío, por lo tanto, si las manos no necesitan protección, tampoco lo necesitan los pies, dado que están a la misma altura del cuerpo, a la misma distancia del corazón y a la misma exposición.

De hecho, tanto en los pies como en las manos, durante el primer año de vida, hay innumerables terminaciones nerviosas que se ocupan no solamente de la sensorialidad sino del sentido de la propiocepción. La propiocepción nos permite registrar al cuerpo por dentro, el esquema corporal tiene que ver con él y no solamente a nivel de la postura sino de la capacidad de acción, de los movimientos. Por lo tanto, tener los pies cubiertos resulta perjudicial porque inhibe la capacidad fisiológica que necesitan desarrollar para llevar a cabo otras acciones como el sostén, el equilibrio, la coordinación del gateo y, más adelante, la marcha, con efectividad.

Y un dato más: está comprobado que si los pies no pueden ejercer este empuje y sostén, son las manos las que se encargarán de complementar dichas acciones. Pero las manos tienen otras tareas, como la de captar elementos, y permitir al niño conocerlos, investigarlos y desarrollar habilidades cognitivas como el pensamiento, el razonamiento, las deducciones, etc. Si las manos deben ocuparse de lo que le corresponde a los pies, entonces se impide su verdadero potencial con su consecuente impacto en el cerebro y, en este caso, la inteligencia.

Cuanto más rico es el desarrollo motriz inicial, mayor es el impacto en la motricidad fina y gruesa, cuyas funciones son totalmente distintas y apuestas. La fina se orienta a la manipulación de los elementos cotidianos -comer con cubiertos, vestirse, manipular objetos complicados, tocar un instrumento-. Mientras que a la motricidad gruesa se deben las posturas, los cambios en el espacio y los desplazamientos, que son el resultado final de millones de ensayos y errores que hicimos para lograr una optimización de los resultados.

Si los niños desarrollan estas destrezas de manera no competitiva, es fuente de gran satisfacción.

Entonces, volviendo a lo que decíamos, desde la posición horizontal, el bebé logrará ir rolando y cambiando de posición; boca arriba – boca abajo, cuando sienta que domina el peso de su cabeza en la transición, y lo hará solo. La cabeza no solo es sostenida por el cuello sino por toda la columna. Y desde esta posición boca abajo es que logrará reptar, luego gatear y finalmente sentarse.

¿Interacción o estimulación?

Lo que este enfoque propone es interactuar en lugar deestimular. No forzar posturas en el bebé o niño, sino hacer las cosas en forma conjunta. Que haya un diálogo, un contacto visual, un relato por parte del adulto de lo que hace y hará con él -medidas anticipatorias que le permiten prepararse emocional y físicamente-.

En este marco también se encuadra el juego libre, y de ahí su importancia. Porque es un espacio en el que el niño puede desplegarse en libertad, conocerse a sí mismo y vincularse con los demás y el entorno.

Autora: Melina Bronfmanespecialista en desarrollo infantil, crianza respetuosa y fisiológica, musicoterapeuta y eutonista. Ofrece espacios de juego libre para familias en su Centro Materpater.

 

Actualidad: Niños con apego, adultos con habilidades

Gobiernos y empresas deberían fortalecer este activo con medidas como permisos de maternidad más largos y programas de conciliación familiar

“Ese niño está muy apegado a su madre”, hemos oído en infinidad de ocasiones y la impresión que dejan esas palabras es que hablan de un niño inseguro, dependiente y con más defectos que virtudes. Sin embargo, numerosos estudios demuestran que ese niño tiene más posibilidades de ser un adulto con mayores habilidades, mayor lenguaje, más autónomo y que se desenvuelva mejor en la vida adulta.

El apego se define por la Real Academia Española como la “afición o inclinación hacia algo o alguien”, palabras demasiado objetivas para reflejar el torrente de sentimientos que ese alguien o algo puede provocar en un niño y en su comportamiento futuro. En la práctica, el apego es una intensa vinculación afectiva que busca proximidad en momentos de amenaza porque proporciona seguridad, consuelo y protección. En los niños, esta relación nacida de la certeza de que sus progenitores o cuidadores van a estar ahí cuando los necesite, fue estudiada durante muchos años por la llamada teoría del apego. Concebida hace más de 50 años por el psicoanalista británico John Bowlby y posteriormente validada científicamente por la psicóloga norteamericana Mary S. Ainsworth, sostiene que la calidad de los vínculos personales durante el primer año de vida influye profundamente en nuestro comportamiento como adultos.

Últimamente, la teoría del apego está adquiriendo nuevo brío gracias a su aplicación en los jardines de infantes o en programas de coaching para ejecutivos por su interpretación de las causas que hacen que los seres humanos se comporten de determinada manera en sus relaciones con los demás. Porque, sostiene, en función del trato que hayamos recibido de nuestros padres o cuidadores, nuestro cerebro tiene un registro claro e indeleble del funcionamiento de las relaciones sociales, lo que nos permite desarrollar estrategias futuras para la supervivencia en un entorno social.

Pero la teoría del apego se desarrolló en un contexto histórico en el que las mujeres reclamaban sus derechos a la igualdad y a la independencia y eran pocas las que estaban plenamente incorporadas al mercado laboral. Las madres han sido siempre consideradas el referente principal para los niños dado que son las que más tiempo pasan con ellos, particularmente durante el primer año de vida, y las que finalmente tienen, según esta teoría, un papel definitorio en su vida adulta. Por ello, el hecho de que la mujer se haya convertido en un activo económico ha marcado nuevas tendencias.

Un informe publicado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que en América Latina y el Caribe las mujeres se han convertido en motores de transformación de la dinámica familiar con su contribución económica a los hogares, que ha pasado de un 28% en 1996 a un 35% en 2014. Muchas de estas mujeres son madres, por lo que en los últimos 10 años la cobertura de los servicios de jardines de infantes o de centros de desarrollo infantil se ha duplicado en países como Brasil y Chile y se ha multiplicado por seis en Ecuador, según datos publicados por el BID, aunque la calidad deja bastante que desear, según otra publicación de la misma institución.

Por otro lado, los permisos de maternidad desempeñan un papel fundamental en el apego de los niños y en sus efectos posteriores. Un estudio analizó los efectos a largo plazo del aumento de las licencias de maternidad remuneradas en Noruega a finales de los años setenta. Encontró que las madres que se vieron beneficiadas por la reforma pasaron, en promedio, cuatro meses más con sus hijos, lo que llevó a una marcada reducción (entre el 2% y el 2,5%) de las tasas de deserción escolar en las escuelas de educación secundaria y dejó ver un impacto importante en el aumento de su coeficiente intelectual.

En América Latina las mujeres cuentan con una media de tres meses de permiso de maternidad, periodo inferior al límite mínimo de 14 semanas establecido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su Convenio 183 sobre Protección a la Maternidad. Sin embargo, Cuba y Venezuela otorgan licencias de 18 semanas con el sueldo íntegro de la trabajadora mientras que Chile y Brasil conceden hasta seis meses. En el caso de Bolivia, la trabajadora tiene su puesto asegurado durante el embarazo y el año posterior al parto, en tanto que en Panamá se asegura la continuidad en el puesto hasta un máximo de un año tras haber concluido el permiso de maternidad.

El permiso de maternidad de España es de los más cortos de los países de la Unión Europea. La baja por maternidad consta de 16 semanas ininterrumpidas que se pueden repartir entre ambos progenitores siempre y cuando sea la madre la que disfrute las seis semanas inmediatamente posteriores al parto.

Permisos de maternidad más largos, programas de conciliación familiar, promoción de la participación masculina en la crianza de los niños, regulación generosa de las horas de lactancia, centros de cuidado infantil próximos o dentro del lugar de empleo de las madres… son conceptos que deberían tenerse en cuenta hoy en día para incluir el apego, que lejos de ser un sentimiento inmaterial ha pasado a ser un activo a fortalecer tanto desde las esferas públicas como las privadas.

Foto: La parlamentaria australiana Larissa Waters, con su bebé en el Parlamento. MICK TSIKAS (EFE)

Autora: Florencia López Boo es economista sénior de la división de protección social y salud del BID.

Nota extraída de www.elpais.com

Problemas de memoria y trastornos de sueño, algunos efectos de las pantallas sobre los niños

Disminución de la memoria a corto plazo, problemas en el sueño y en la adquisición del lenguaje son algunos de los efectos negativos de la exposición de niños menores de 2 años a las pantallas de televisores, computadoras o celulares, que aunque “forman parte de nuestra vida debemos controlar para cuidar a nuestros hijos”, señaló el pediatra Fernando Lamas.
“Antes sólo contábamos con el televisor, pero ahora tenemos celulares, tablets, monitores, computadoras fijas y portátiles que interactúan con nosotros desde el momento en que nos despertamos”, dijo el especialista.
La Sociedad Argentina y la Academia Americana de Pediatría desaconseja el uso de pantallas antes de los 2 años, y lo único que avalan en ese grupo etario es el uso del video chat con familiares.
“El aprendizaje y la adquisición de pautas madurativas se generan en la interacción que los niños realizan con otras personas: obviamente la mamá y el papá son los más importantes estimuladores. Es a través del contacto visual, auditivo y corporal que todo comienza a desarrollarse, por lo que son muy necesarios los gestos, mímicas faciales y movimientos corporales”, retomó Lamas.
El vínculo con los objetos también es fundamental: “El niño debe tocar, tirar y llevar a la boca los diferentes objetos para poder reconocerlos e incorporarlos en su estructura mental”, explicó.
Consultado sobre los efectos de la exposición a pantallas en menores de 2 años, el pediatra detalló que no sólo generan una influencia negativa en la adquisición del lenguaje, sino también una disminución de la memoria a corto plazo.
“Además disminuyen la capacidad imaginativa del niño, alteran el hábito alimentario, traen problemas en el sueño y empobrecen su capacidad de atención”, enfatizó y aclaró que a partir de los dos años se autoriza el uso de pantallas con programas educativos.

Mayor control.
“El tiempo de pantallas por día a partir de esa edad debe estar regularse entre dos y tres horas diarias. Como padres, debemos evitar que la televisión esté encendida constantemente y fomentar espacios de juego donde la imaginación domine la escena”, completó.
La Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) reveló en un estudio reciente que uno de cada dos niños mira contenidos frente a una pantalla antes de lo recomendado y que en el 90% de los hogares los nenes de entre 6 y 12 años se conectan a internet o redes sociales diariamente, la mayoría desde el celular (34%).
Además, si bien el 96% de los mayores cree que tiene que controlar el uso de internet, sólo el 62% indicó que implementa medidas de supervisión.
La encuesta, realizada a 1566 personas mayores de 16 años de todo el país, mostró que el 63% de los consultados evalúa como “mucho” o “bastante” el tiempo que los menores pasan frente a una pantalla, porcentaje que alcanza al 85% entre los que respondieron que los niños del hogar miran tres o más horas diarias de contenidos.
Asimismo, un 96% de los consultados señaló que los mayores tienen la obligación de controlar el uso de Internet y de redes sociales de los niños, e incluso un 63% considera que dicha supervisión debe efectuarse hasta los 18 años. No obstante, en un 40% de los hogares con menores de 12 años no se utilizan filtros para impedir que accedan a contenidos inapropiados, en un 30% no se establecen normas de uso para las redes sociales y en un 13% no se controla el historial de navegación.
Finalmente, de las diferentes situaciones que un menor podría experimentar en Internet y en una red social, la que más preocupa es que se vinculen con desconocidos. En tanto, la principal ventaja percibida es el acceso rápido a la información, mientras que en las redes sociales se valora la cooperación a través de acciones compartidas.

 

Importancia del Cepillado de dientes en niños

La frase favorita de las mamás en la noche es: «¿Ya te lavaste los dientes?» Y la respuesta favorita de los niños es: «en un rato, mamá». Si supieras la importancia del cepillado de dientes en los niños tal vez esta conversación no te parecería tan superflua.

Desde hace miles de años la gente se cepilla los dientes, aunque el primer cepillo de dientes fue inventado en China, hace 500 años. Además, explicale a tu hijo que tan solo 100 años atrás a una persona se le ocurrió crear una crema dental con sabor a menta. Antes de eso, las personas se cepillaban con tiza, jugo de limón o ceniza. ¡Decile lo afortunado que es al contar con una pasta dental saborizada!

¿Por qué lavarse los dientes?

El cepillado de dientes en niños debe ser un hábito incorporado desde pequeños, esto les ayudará a incluirlo en sus hábitos de aseo personal diarios y poco a poco ellos solos se darán cuenta de la importancia. Se estima que hasta los 6 años necesiten ayuda de los padres pues hasta esa edad se desarrollan casi todas sus habilidades motoras para lograr un buen lavado.

El cepillado de dientes diario en los niños es fundamental para cuidar su salud dental desde pequeños, ya que será posible prevenir la formación de placa dental y eliminar las bacterias y los residuos de las golosinas azucaradas que ellos comen. Si los niños se cepillan correctamente, es posible combatir las caries e infecciones; además de comprender desde temprana edad la importancia de la higiene personal.

Además, el cepillado de dientes no es cosa del otro mundo. Si bien es recomendable cepillarse un mínimo de 2 veces al día, lo ideal es que el cepillado se realice después de cada comida.

Consejos para tener dientes sanos

  1. Pedile que lave sus dientes 2 veces al día como mínimo.
  2. Enseñale el procedimiento correcto de lavado de dientes.
  3. El cepillado de dientes debe ser completo y paciente, no menos de 2 o 3 minutos cada vez.
  4. Enseñale a usar hilo dental.
  5. Llevalo regularmente al dentista, al menos una vez cada 6 meses.

Claramente, los padres deben ser el ejemplo en casa. Si no te cepillás los dientes, seguramente tus hijos tendrán la misma conducta descuidada y será más difícil hacerlos caer en la cuenta de la importancia del cepillado de dientes y de los buenos hábitos para la salud.

PUBLICADO POR:YULIETH MORA, www.vix.com/es

 

La manera en la que le hablamos a los niños se convierte en su voz interior

La manera en la que le hablamos a los niños se convierte en su voz interior…

Los niños… piezas frágiles cual cera en la que grabamos cada instante, la manera en la que nos relacionamos con ellos dejará marcas en su alma, en su vida, en su futuro, cada niño representa una nueva oportunidad de cambiar las cosas, de hacerlo mejor, de forjar en ellos sentimientos, en tanto más amor se le entrega a un niño, mayor alegría se dejará en su corazón. Los niños están llenos de sueños, de ideas, de ilusiones, de promesas…

El ritmo cotidiano diario muchas veces no nos permite estar presente y atentos a las necesidades de nuestros hijos. En ese día día muchas veces no nos percatamos de cómo hablamos con nuestros hijos o con los niños en general, las repuestas que les damos, las conversaciones que no seguimos, las promesas que jamás cumplimos, cuando decimos “ahora no, después”… alzamos la voz, apuramos, e incluso negamos amor y atención a nuestros niños bajo cualquier justificación, no nos damos cuenta de lo importante que somos para ellos, de lo valiosos que somos en su vida, del ejemplo que somos en su camino y de que para ellos cada oportunidad que tienen de escucharnos es mágica y lo debería ser también para nosotros.

Debemos ser cuidadosos, ante todo, cuidar la manera en la que le hablamos a los niños, para manifestarle nuestras angustias, nuestras molestias y nuestro amor, no es únicamente cuidar como se les reprende, también como se les ama y se les hace saber que son lo más importante en nuestra vida, porque de lo sutil del amor a lo terrible de la manipulación solo hay un paso, de allí tantos niños que manipulan con su comportamiento, se vuelven caprichosos, arrogantes e incontrolables, entonces queremos culparlos, los reprendemos, castigamos y le hacemos saber mil veces que nos decepcionaron, que no deseamos estar con ellos, sin embargo, somos incapaces de reconocer que nunca cuidamos las palabras que salieron de nuestra boca, como les hablamos, tanto para amar como para corregir.

Los niños, ya lo hemos hablado, agradecen los límites, los hacen sentir amados, respetados, cuidados, es decir; la disciplina les da certeza, igual que el ritmo, las rutinas. Aunque no lo parezca, los niños siempre están atentos a todo, las conversaciones externas, las discusiones de sus padres,  a las ofensas de la gente manejando, a los gritos de las personas y los gestos de amor entre las personas, se dan cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor, pero no con nuestra visión adulta, no con la malicia o la desconfianza, sino con la inocencia plena y simple de un niño, como un recipiente que recibe, que almacena y que tarde o temprano reproducirá, esto puedes experimentarlo tu mismo con algún recuerdo que haya marcado tu infancia.

Si bien no debemos acostumbrar a nuestros niños a vivir en burbujas de cristal, donde todo es perfecto y donde se mantengan ajenos al dolor, al sufrimiento y a las caídas, tampoco toca enseñarles la crudeza de las cosas sin cuidar la manera, cada palabra que sale de nuestra boca, representa todo un panorama para ellos, de allí que se pueda desviar tan fácilmente la vida de un niño, por su inocencia y fragilidad.

Es importante construir memorias con los hijos, los propios y los niños ajenos, construir fortaleza en su espíritu, para no sean luego adultos rotos. Importa que los niños se sientan amados en su infancia, que la atesoren el resto de su vida para que, cuando les toque criar a otro niño lo hagan desde el amor, desde la compasión, desde la empatía.

Si no le hablas bien a los niños, no es tarde para cambiar, nunca lo es.

No lo olvides: niño ve, niño hace y la palabra educa, pero, el ejemplo arrastra.

 

Actualidad: Carlos González: ‘Que los niños vayan a la guardería es antinatural’

Muchos brazos, mucha teta y muchos mimos. Para el famoso pediatra Carlos González, la crianza de lo niños se basa en cubrir sus necesidades afectivas y para eso, según dice, los padres no deben seguir ningún método, sino que deben dejarse guiar por su instinto sin miedo: «Un niño que quiere ir todo el rato en brazos ni es un malcriado ni se convertirá en un delincuente juvenil». Este médico es el autor de libros best seller como ‘Bésame mucho’ o ‘Un regalo para toda la vida’.

«Es absurdo eso de que a los niños les viene bien llorar porque el llanto les abre los pulmones. A los adultos con insuficiencia respiratoria el médico no les recomienda jamás que lloren», ha explicado en rueda de prensa ante los medios el pediatra catalán, que tampoco entiende el afán por hacer que los críos se alimenten de una «forma tan rara»: «El problema es que intentamos que nuestros hijos coman distinto a lo que comemos los adultos. Los mayores no hacemos comidas monográficas ni comemos un montón de cereales juntos, que son una bomba con muchísima azúcar y que sin embargo nos emperramos en dar a los bebés».

González ha hecho hincapié en la gravedad de la obesidad infantil en España, que ya «es una epidemia y se ha convertido en el problema más grave de los niños españoles». Para atajarlo, González defiende ante todo la lactancia materna: «El objetivo de la alimentación complementaria (papillas) no es que el niño esté mejor nutrido, lo que más les nutre es la leche de sus madres. El objetivo es que aprendan a comer normal, lo mismo que comen sus padres en casa». A este respecto, el famoso pediatra ha indicado el problema de que «que cada vez hay más niños de dos o tres años que no saben masticar ni tragar alimentos sólidos por culpa de estar acostumbrados a los triturados».

«Tendríamos que fijarnos más en lo que hacían nuestras madres y abuelas, al preguntar estas cuestiones a ellas y no a los médicos. En la facultad de Medicina no nos enseñan si es bueno echar un puerro al caldo de la papilla ni si la ropa de los bebés es mejor que sea de algodón», ha explicado el famoso pediatra mientras ha asegurado que «para ser padres son necesarias muchas horas de entrenamiento, como a los futbolistas. Es antinatural que los niños vayan a la guardería y sus padres les vean solo dos o tres horas al día«. «Las madres se separan de sus hijos demasiado pronto, cuando aún no están preparados, y luego esos niños que no han visto atendidas sus necesidades afectivas no se van de casa hasta los 35 años», ha explicado.

A modo de comparación, González ha hablado de países como Alemania, donde solo el 6% de los niños menores de 3 años acude a guarderías infantiles y también ha señalado el poco tiempo que dura el permiso por maternidad en España comparado con otros lugares de la Unión Europea como Suecia. Mientras las madres españoles disfrutan de apenas 4 meses para atender a sus hijos, las suecas pueden hacerlo durante un año y medio: «Lo curioso es que tanto aquí como allí tenemos el mismo tiempo de vacaciones, un mes al año, y nos jubilamos a la misma edad, a los 65. Pero hay cuestiones tan importantes como las de tener un hijo en la que sí nos diferenciamos y salimos perdiendo».

Carlos González, además de ser pediatra y autor de libros de éxito sobre la crianza y la alimentación infantil, también es fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna.

Autora: Lola Sampedro

Nota extraída de: www.elmundo.es

 

Primeras horas de vida

«Los recién nacidos suelen establecer contacto visual con la madre, mirándola fijamente y escuchándola con atención, lo que es indicador de altos niveles de oxitocina intracerebral, que presumiblemente va a quedar grabado dado el efecto en la memoria de los también elevados niveles de catecolaminas cerebrales. La comprensión de los efectos de las neurohormonas nos permite deducir que el recién nacido sano probablemente experimente una intensa sensación amorosa en las primeras horas de vida que quedará profundamente grabada en varias áreas de su cerebro. Y algo similar debe de suceder en la madre, como nos demuestran los relatos de las madres, las observaciones realizadas en sala de partos y la interpretación de los hallazgos neurobiológicos».
«Olza, I. Marín, MA. Gil, A. Maternidad y Salud: Ciencia, conciencia y experiencia. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. 2012».

Los 100 días de oscuridad y niebla tras el nacimiento de tu bebé

Hace tiempo leí que los primeros tres meses de tu bebé son como si una densa niebla se instalara sobre tu cabeza.

Se les conoce como los 100 días de oscuridad tras un nuevo bebé y me pareció una atinada manera de nombrar a este período ya que engloba todo lo que pasa en esos días:

– el cansancio extremo y los días llenos de niebla y confusión que dejaban las noches seguidas sin dormir
– el dolor de pezones y el estrés de no saber si lo estaba alimentando bien, si estaba creciendo o si a lo mejor estaba desnutrido por mi culpa.
– el desequilibrio que vivieron mis hormonas y que me hacía pasar de estados de ansiedad, tristeza, felicidad extrema y enojo en segundos
– los cambios y peleas en mi relación de pareja porque nos costó trabajo adaptarnos a la llegada de un nuevo integrante
– la indescriptible soledad que de repente sentía a las 4 de la mañana
– el terror que se instaló en mi interior de ahora ser la responsable de mantener con vida a este pequeñísimo y frágil ser humano
– el miedo de entender que tu vida acaba de cambiar para siempre, ya nunca será igual.
– el no poder comer tranquila y hacerlo a deshoras, no poder bañarse, ver la tele o darme un tiempo porque a veces parecía que mi bebé lloraba todo el tiempo

Porque pareciera que nuestro bebé nunca va a dejar de llorar.

Pero ahora la pregunta importante:

¿Cómo sobreviví a esos 100 días de oscuridad tras la llegada de mi bebé?

1. Definitivamente sentir a mi bebé, oler su cabecita y esas primeras sonrisas son gasolina para el alma en esos días.
2. Numerosas tazas de café
3. Guardar momentos para ver series de comedia en Netflix que me hacían no olvidar el sonido de mi risa
4. Aceptar toda la ayuda que se me ofreciera inclusive hablarle a mis familiares a pedirle que me cuidaran el bebé mientras yo dormía dos horas más
5. Hablar, desahogarme y hasta tener mini crisis nerviosas para que luego mi mamá o mi esposo me mimen.
6. Y sobre todo entender que va a pasar. Que esto no va a ser eterno y que se hará más fácil. Mi bebé comerá, dormirá y crecerá.

Quizás no en el día 101, pero las cosas se van a hacer más fáciles, les prometo…

Fuente: www.naranxadul.com