El Hierro y la Lactancia

La leche materna es pobre en hierro, pero ese hierro se absorbe muy bien, mejor que el de cualquier otro alimento. La de vaca también es pobre en hierro, que además se absorbe muy mal. Y la leche de todos los mamíferos que se han analizado es pobre en hierro. Cuando a una madre se le dan suplementos de hierro, la cantidad de hierro en su leche no aumenta. Lo cual resulta muy llamativo, porque si a esa misma madre le damos una aspirina, la cantidad de aspirina en su leche sí que aumenta. Existe, al parecer, un mecanismo biológico que impide, activamente, que en la leche haya demasiado hierro. ¿Será que el exceso de hierro no es bueno para las crías? Se dice (pero no hay pruebas, que yo sepa) que el exceso de hierro en el tubo digestivo del bebé podría facilitar la diarrea, porque varios de los microbios malos que producen diarrea necesitan mucho hierro para vivir, mientras que los microbios buenos, los lactobacilos que forman la flora digestiva de los niños de pecho, pueden vivir con muy poco hierro. En un par de estudios, los niños sanos, sin anemia, a los que se daban suplementos preventivos de hierro, al cumplir el año pesaban y medían un poco menos que los del grupo control, sin suplementos de hierro. Parece que darle mucho hierro a un bebé que no lo necesita no es del todo inocuo, y tal vez convendría evitarlo (estoy hablando de los que no lo necesitan. Si su hijo tiene anemia y le han mandado hierro, por supuesto que se lo tiene que dar).
Y si la leche tiene poco hierro, ¿por qué no tienen anemia todos los bebés, desde que nacen? ¿De dónde sacan el hierro? No lo sacan de ningún sitio; los niños ya nacen con depósitos de hierro.
El hierro forma parte de la hemoglobina, la molécula que transporta el oxígeno por la sangre. El feto toma el oxígeno de la sangre de la madre, a través de la placenta. Imagine la placenta como una red, a uno y otro lado dos equipos juegan a pasarse la pelota. El que se queda la pelota gana. Pero la naturaleza no puede permitir que la madre gane ese partido; si la madre se queda con el oxígeno, su hijo muere. Así que hace trampas. El equipo del feto tiene más jugadores, y son todos profesionales. El feto tiene un tipo de hemoglobina especial, la hemoglobina fetal, que se engancha más fuerte al oxígeno que la hemoglobina normal. Y además tiene muchísimos glóbulos rojos, más (por mililitro) que su madre e incluso más que su padre (los varones adultos tienen más glóbulos rojos que las mujeres; pero el feto tiene todavía más).
El resultado es que, cuando nace, el feto tiene un montón de glóbulos rojos sobrantes. Rápidamente se destruyen no solo los que sobran, sino todos, porque ya no necesita hemoglobina fetal. Y al mismo tiempo se van fabricando los nuevos glóbulos rojos, con hemoglobina normal. La hemoglobina que se destruye se convierte en bilirrubina; por eso a los recién nacidos les sube un poco y se ponen ictéricos (amarillos). Entre el mes y los dos meses se alcanza el punto más bajo, cuando quedan pocos glóbulos rojos fetales pero aún no se han fabricado suficientes glóbulos normales, y el bebé tiene una anemia transitoria, la anemia fisiológica del lactante (fisiológico quiere decir que es normal, que no es ninguna enfermedad).
El hierro de aquellos glóbulos rojos sobrantes se almacena, y se va empleando poco a poco para fabricar nuevos glóbulos. Así que el gran problema es: ¿cuánto durarán los depósitos? Cuando el hierro almacenado se acabe, el poco hierro de la leche materna resultará insuficiente, y el bebé necesitará comer otros alimentos ricos en hierro.
Hace ya varias décadas se hicieron cuidadosos cálculos, y se llegó a la conclusión de que esos depósitos se pueden agotar entre los seis y los doce meses. Y eso coincide bastante bien con la realidad: a los seis meses se empiezan a ver algunos bebés con anemia, a los ocho meses algunos más, a los diez meses, más todavía… Basándose en aquellos datos se suele decir que «a partir de los seis meses, el hierro en la leche materna es insuficiente, y por lo tanto hay que introducir la alimentación complementaria». Pero, claro, eso es solo una simplificación muy exagerada. Sería más correcto decir: «A partir de los seis meses, algunos bebés pueden necesitar alimentación complementaria, mientras que otros tienen suficiente hierro solo con el pecho hasta los doce meses» (o puede que más). El problema es saber quién necesita hierro y quién no.
Esos cálculos se hicieron en una época en que era costumbre pinzar y cortar el cordón umbilical nada más nacer. Hoy sabemos que es mejor cortarlo unos minutos después, y que así disminuyen los casos de anemia al año de edad.
El posible déficit de hierro a partir de los seis meses es uno de los principales argumentos para iniciar la alimentación complementaria a esa edad.
Muchos niños de pecho se niegan en redondo a comer otras cosas hasta los ocho o diez meses, o más; y cuando digo en redondo quiero decir que ni una cucharada. Y otros muchos apenas comen tres o cuatro cucharadas, y aquí viene otro desacuerdo sobre la nomenclatura, porque cuando un niño come tres cucharadas, las madres suelen decir: «No come nada»; pero yo digo: «Sí que come».
Personalmente, creo que los niños que se niegan a comer papillas es porque ya tienen hierro suficiente, y que en el momento en que necesiten hierro (o cualquier otra cosa) ya espabilarán para comer. Así que los padres lo único que tienen que hacer es ofrecerles alimentos ricos en hierro, y pueden quedarse tranquilos, tanto si el niño se los toma como si no. Pero es solo una creencia, no conozco ningún estudio científico que lo demuestre.
Otros creen todo lo contrario: que el déficit de hierro les hace perder el apetito, y por eso no quieren papillas y les falta aún más hierro y entran en un círcu lo vicioso. Y en esa situación, los padres no deberían estar nada tranquilos. Pero es solo otra creencia; tampoco conozco ninguna prueba científica.
En cualquier caso, cuando un niño se niega a comer no se le puede obligar. No solo es contrario a la ética (no se puede obligar a comer a un ser humano), sino que es inútil. Decenas de miles de madres pasan horas intentando que sus hijos coman, y no consiguen nada. El consejo (tantas veces escuchado) de «no darle teta, y así cuando tenga hambre ya comerá otra cosa» es absurdo y aberrante: la leche materna es el mejor alimento que existe, y contiene cientos de ingredientes; no tiene ninguna lógica privar a su hijo de todos ellos solo para que tome un poco más de hierro.
Hay una opción mucho más sencilla. Si el niño rechaza todas las papillas y solo quiere pecho, y los padres o el pediatra están preocupados por la posibilidad de que le falte hierro, solo tienen que hacerle un análisis. Si está bien, todos tranquilos, puede seguir sin papillas. Y si de verdad le falta hierro, pues se le dan unas gotitas de hierro, y santas pascuas. Con pecho y hierro puede seguir sin papillas todo el tiempo que quiera.
Por Carlos Gonzalez, extraído del libro «Comer, Amar, Mamar»

Actualidad: Mi hijo aumenta poco de peso

La preocupación por el peso es muy frecuente entre las madres lactantes, pero en la mayoría de los casos todo está funcionando bien y el niño está ganando adecuadamente. Tenga en cuenta que:

  • La mayoría de las gráficas de peso y longitud de que disponemos actualmente están confeccionadas con niños que en su mayoría fueron alimentados con biberón y constituyen solo una ayuda orientativa ya que los bebés alimentados con leche artificial son más gorditos que los amamantados. La OMS ha confeccionado gráficas a partir de niños alimentados óptimamente al pecho que son más adecuadas para valorar el crecimiento de los lactantes. Están disponibles desde abril de 2006 en: http://www.who.int/childgrowth/es/index.html(link is external)
  • Las gráficas se realizan a partir de datos estadísticos (son un “modelo estadístico”) por lo que la mitad de los niños normales están por debajo de la media. Es más importante la valoración clínica del niño: su aspecto, vivacidad, si moja 4-5 pañales diarios,…
  • Es más importante la velocidad de crecimiento que el peso en un momento determinado. Ganancias aproximadas:
    • 0-6 semanas: 20 g/día
    • menos de 4 meses: 100-200 g/semana
    • 4-6 meses: 80-150 g/semana
    • 6-12 meses: 40-80 g/semana
  • El crecimiento del niño debe controlarlo el pediatra en la consulta. No es una buena idea pesar al niño a menudo en la farmacia porque puede inducir a error. Pasado el primer mes no es necesario pesar al niño cada semana, salvo circunstancias especiales por indicación de su pediatra.

Hay que amamantar durante la noche

La propia naturaleza sabe que no es necesario producir leche hasta que el bebé nazca, así que al desprenderse la placenta, se producen una serie de hormonas encargadas de desencadenar la producción láctea.

Las principales hormonas responsables de la lactancia son la prolactina y la oxitocina. La prolactina es la encargada de producir leche y la oxitocina desencadena la eyección (salida) de la leche. A más cantidad de prolactina más leche se produce.

¿Qué debe de hacer una madre para tener más cantidad de prolactina? Muy fácil, tener lo máximo posible el bebé al pecho y evitar que la perturben obstaculizando la lactancia diciéndole cosas como «¡Otra vez le estás dando teta!»

Es precisamente lo que necesita, darle pecho y cuanto más mejor. De este modo, los picos de prolactina (la hormona que produce la leche) se mantendrán altos, y esto beneficia al establecimiento de la lactancia.

Por eso, no debemos continuar avivando creencias tan extendidas y sin fundamento como aquellas que afirman que hay que dejar pasar un tiempo entre toma y toma para que los pechos se llenen. Si haces caso de ellas, solo conseguirás que cada vez tus pechos estén más vacíos.

O las recomendaciones de los entendidos de a pie de no dar el pecho durante la noche para que la madre descanse. La madre descansará por la noche y se estresará por el día al ver que cada vez tiene menos leche, puesto que esta práctica repercute negativamente en la lactancia. Durante la noche los picos de prolactina son más altos.

Por lo tanto, si hacemos caso de estas recomendaciones además de preocupar a la madre, fastidiamos al bebé, que al dejar de hacer las tomas nocturnas obtendrá menos leche y con más esfuerzo. También las hormonas de la lactancia facilitan el sueño de la madre, que duerme menos al despertarse para lactar, pero la calidad del mismo es mejor, descansa más.

A su vez la leche materna contiene un aminoácido (triptófano) que favorece el sueño del bebé. Además, la concentración en leche materna de triptófano es mayor durante la noche.

Ante el desconocimiento es preferible estar callados porque generar dudas en la madre sobre «si tiene suficiente leche» o si esta «es buena o no», provoca desconfianza, estrés, miedo, y el organismo ante estas situaciones de alarma responde segregando hormonas (adrenalina, cortisol) que inhibirán a las responsables de la lactancia. El resultado es que, disminuyen su producción o hace que la leche no salga.

Para garantizar una lactancia materna exitosa se necesita una frecuencia adecuada de tetadas (entre diez y doce en 24 horas).

Para conseguirlo, hay que proporcionar a la madre y al bebé un ambiente tranquilo y no tratar de dar consejos a quien en esos momentos no lo necesita.

Así mismo, facilitar no separar al bebé de su madre favorece que pueda alimentarlo inmediatamente después del parto a libre demanda. De este modo, la madre va a tener un mayor volumen de leche a las 24 -48 horas después del parto, cuestión fundamental para tener un buen inicio de la lactancia, ya que en esos primeros días se generan en la madre tantas dudas y/o problemas.

Los hospitales y centros de salud deberían estar dotados de personal especializado en lactancia materna para que la madre que tenga algún problema disponga de la ayuda de personal cualificado que pueda asistir a la madre que desea amamantar. De esta manera se evitaría que un alto porcentaje de inicios de lactancias se vean malogradas.

Nota publicada en www.larazon.es el 

Cintia BORJA. Enfermera, consultora lactancia certificada IBCLC.  Valencia.

 

Actualidad: 10 datos de la OMS sobre la lactancia materna

1. La OMS recomienda

La OMS recomienda la lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses de vida. A los seis meses deben introducirse alimentos sólidos, como purés de frutas y verduras, a modo de complemento de la lactancia materna durante dos años o más. Además:

  • la lactancia debe comenzar en la primera hora de vida;
  • el amamantamiento debe hacerse «a demanda», siempre que el niño lo pida, de día y de noche;
  • deben evitarse los biberones y chupetes.

2. Beneficios para la salud del lactante

La leche materna es el alimento ideal para los recién nacidos y los lactantes, pues les aporta todos los nutrientes que necesitan para un desarrollo sano. Es inocua y contiene anticuerpos que ayudan a proteger a los lactantes de enfermedades frecuentes de la infancia como la diarrea y la neumonía, que son las dos causas principales de mortalidad en la niñez en todo el mundo. La leche materna es un producto asequible que puede conseguirse fácilmente, lo que ayuda a garantizar que el lactante tenga alimento suficiente.

3. Beneficios para la madre

La lactancia materna también es beneficiosa para las madres. La lactancia materna exclusiva funciona como un método natural (aunque no totalmente seguro) de control de la natalidad (98% de protección durante los primeros seis meses de vida). Reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario, diabetes de tipo 2 y depresión postparto.

4. Beneficios a largo plazo para los niños

Además de los beneficios inmediatos para los niños, la lactancia materna propicia una buena salud durante toda la vida. Los adolescentes y adultos que fueron amamantados de niños tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u obesidad. Son también menos propensos a sufrir diabetes de tipo 2 y obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia.

5. ¿Por qué no la leche artificial?

Las preparaciones para lactantes no contienen los anticuerpos que hay en la leche materna. Los beneficios de la lactancia materna para las madres y los niños no pueden obtenerse con leches artificiales. Si no se elaboran adecuadamente, conllevan posibles riesgos asociados al uso de agua insalubre y de material no esterilizado, o a la posible presencia de bacterias en la preparación en polvo. Puede producirse un problema de malnutrición si el producto se diluye demasiado para “ahorrar”. Mientras que el amamantamiento frecuente mantiene la producción de leche materna, si se usa leche artificial pero de repente se deja de tener acceso a ella, el retorno a la lactancia natural puede ser imposible como consecuencia de la disminución de la producción materna.

6. La lactancia materna y el VIH

Una madre infectada por el VIH puede transmitir la infección a su bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia. Sin embargo, los antirretrovíricos (ARV) administrados a la madre o al lactante expuesto al VIH reducen el riesgo de transmisión. Globalmente, la lactancia materna y los antirretrovíricos pueden mejorar considerablemente las posibilidades del niño de sobrevivir sin verse infectado por el VIH. La OMS recomienda que las madres infectadas que den el pecho reciban antirretrovíricos y sigan las orientaciones de la OMS respecto a la alimentación del lactante.

7. Reglamentación de los sucedáneos de la leche materna

En 1981 se adoptó un código internacional para regular la comercialización de sucedáneos de la leche materna. En el código se estipula que:

  • las etiquetas y demás información sobre todas las leches artificiales dejen claros los beneficios de la lactancia materna y los riesgos para la salud que conllevan los sucedáneos;
  • no haya actividades de promoción de los sucedáneos de la leche materna;
  • no se ofrezcan muestras gratuitas de los sucedáneos a las embarazadas, a las madres ni a las familias, y
  • no se distribuyan los sucedáneos de forma gratuita o subsidiada entre los trabajadores sanitarios ni en los centros sanitarios.

8. El apoyo a la madre es esencial

Amamantar es algo que se aprende, y muchas mujeres tienen problemas al principio. Muchas prácticas habituales, como la separación de la madre y el niño, las guarderías para recién nacidos o la suplementación con leches artificiales dificultan la lactancia materna. Los centros de salud que apoyan la lactancia materna -evitando estas prácticas y ofreciendo a las nuevas madres asesores formados al efecto- propician tasas más altas de esta práctica. Gracias a la iniciativa OMS-UNICEF de Hospitales amigos del niño, en unos 152 países hay servicios «amigos del niño” que prestan ese apoyo y contribuyen a mejorar la atención dispensada a las madres y los recién nacidos.

9. Lactancia materna y trabajo

Muchas madres que reanudan su actividad laboral abandonan la lactancia materna parcial o totalmente porque no tienen tiempo suficiente o no disponen de instalaciones adecuadas para dar el pecho o extraerse y recoger la leche. Las madres necesitan tener en su trabajo o cerca de él un lugar seguro, limpio y privado para poder seguir amamantando a sus hijos. Se puede facilitar la lactancia materna adaptando las condiciones de trabajo, por ejemplo mediante la baja por maternidad remunerada, el trabajo a tiempo parcial, las guarderías en el lugar de trabajo, las instalaciones donde amamantar o extraerse y recoger la leche, y las pausas para dar el pecho.

10. El paso siguiente: la introducción progresiva de nuevos alimentos

Para cubrir las necesidades crecientes de los niños a partir de los seis meses se deben introducir alimentos sólidos en forma de puré como complemento de la leche materna. Para su elaboración se puede partir de la comida que tome la familia. La OMS destaca que:

  • la lactancia materna no debe reducirse al comenzar a introducir alimentos complementarios;
  • los alimentos complementarios deben administrarse con cuchara o taza, y no con biberón;
  • los alimentos deben presentar todas las garantías de higiene y ser inocuos; y
  • es necesario bastante tiempo para que los niños pequeños aprendan a comer alimentos sólidos.

 

Actualidad: Sacar la Teta del Armario

Sin ningún pudor mi amiga se sacó la teta en medio del bar, y le dio de mamar a su niña. Un chorro de leche salió disparado hacia algún lugar. Nadie le dijo nada. Un acto tan natural como amamantar puede ser motivo de disputa. Lo es cuando a una mujer se le impide dar el pecho en público, cuando se le cuestiona si tendrá leche suficiente o si será de calidad. La lactancia materna en los últimos años ha recuperado terreno, pero aún son muchas las mamás que han de superar varias trabas para llevarla a cabo como desean.

De aquí que el lactivismo se haya convertido en una realidad. Aunque no tiene definición formal en el diccionario, se trata, según sus promotoras, de un activismo que defiende el derecho de las mujeres y los bebés a dar y recibir el pecho dónde y cuándo deseen. Amamantar, como la crianza en general, es un acto relegado a la invisibilidad del hogar, no valorado, como todo trabajo de cuidados, y menospreciado.

Las lactivistas sacan la teta a la luz pública y convierten el hecho de amamantar en un acto social y político, tanto individual como colectivo. Lo vemos en forma de grupos de apoyo a la lactancia, la crianza y el posparto. Se trata de espacios donde compartir y tejer redes de solidaridad, que resultan imprescindibles en una sociedad individualista y mercantilizada como la actual.

El lactivismo se inserta en una práctica activista que va más allá de la teta, e implica una determinada manera de entender el cuidado de las criaturas, desde lo que se ha venido en llamar «la crianza con apego». Una militancia reivindicada a menudo desde el sentir y el mirar feminista, y al margen de idealizaciones y esencialismos. Internet y las redes sociales asimismo se han convertido en un nuevo espacio de apoyo mutuo y sororidad, a través de múltiples blogs, listas de distribución y foros de debate.

Del 1 al 7 de agosto se está celebrando la Semana Mundial de la Lactancia Materna, auspiciada por la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF, una nueva oportunidad para sacar la teta del armario.

Autora Esther Vivas

Nota extraída de: www.elperiodico.com/es

¿CÓMO ENCUENTRAN LOS RECIÉN NACIDOS EL PECHO DE SUS MADRES?

Un estudio sugiere que el pezón está ligeramente más caliente que el resto de piel que lo circunda y, por ello, los bebés acercan su boca de forma instintiva.

Los recién nacidos tienen un instinto que les une a sus madres desde el primer minuto que nacen y harán todo lo posible por estar unidos a ellas. Una práctica que trabajan muchos hospitales se conoce como “Breast Crawl” (Gatear para mamar), en el que el bebé se deja sobre el pecho de la madre esperando a que encuentre él mismo el pezón por el que se alimentará. Son unos minutos mágicos e imprescindibles que marcan el inicio de la lactancia y que ayudan a que tanto la madre como el hijo sientan un vínculo especial. Este momento se debe llevar con total tranquilidad y dejar que sea el bebé quien descubra dónde está el pezón. Pero, ¿cómo lo consigue?

Un estudio llevado a cabo en un hospital de Italia quiso comprobar si esta búsqueda obedece al calor que emanan los pezones y que fuera ligeramente superior a la piel que los rodea. Para ello, observaron el comportamiento de los recién nacidos de 41 mujeres. Todas ellas cumplían las mismas condiciones: madres que quisieran dar el pecho, que no hubieran tenido problemas en el embarazo y que estuvieran embarazadas de 1 solo bebé. Los investigadores tomaron la temperatura de sus pezones y de la piel que los rodea en las 6 horas antes de dar a luz y 1 o dos días después del parto. Además, se tomó también la temperatura de los labios de los recién nacidos así como de su frente.

Tras observar los datos, los investigadores comprobaron que existía una diferencia superior de apenas 0,2 °C en los pezones en comparación con la piel que los rodeaba antes de dar a luz. Una temperatura que ascendía medio grado justo después de dar a luz y a 0,6 °C en los días posteriores. Además, los labios de los bebés estaban más fríos que la temperatura habitual de los pezones, hasta casi 1 grado, lo que en definitiva explicaría por qué los recién nacidos buscan el calor del pecho de su madre.

Aquí un ejemplo de lo que se conoce como «Breast Crawl».

Extraído de www.quo.es/salud

 

1 al 7 de agosto de 2017: Semana Mundial de la Lactancia Materna

Este 2017 se celebra el 25º aniversario de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (SMLM) que busca desencadenar la acción conjunta necesaria por la lactancia materna. La protección, promoción y apoyo de la lactancia materna son los tres pilares fundamentales para incrementar y consolidar las tasas de lactancia materna, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. En esta oportunidad, el lema habla sobre construir alianzas para proteger la lactancia materna, por el bien común, sin conflicto de intereses.
La SMLM ofrece una oportunidad para diseñar y definir mejor nuestro rol, tanto colectivo como individual. Es una oportunidad para que todo el mundo genere acciones específicas. Por ello es tan importante, que nuestras colaboraciones y asociaciones están libres de conflicto de interés, porque de lo contrario no podremos asegurar que las madres reciban el apoyo que realmente necesitan.
Los Objetivos de este año son:
1. Unificar el apoyo de los gobiernos y distintos sectores de la sociedad para proteger, promover y apoyar la lactancia materna.
2. Construir alianzas sin conflictos de interés para fortalecer las políticas y programas de lactancia materna y alimentación infantil.
3. Movilizar y desarrollar acciones para la protección, promoción y apoyo de la lactancia materna y de prácticas apropiadas de alimentación infantil.
En Crianza Feliz celebramos la Semana Mundial de la Lactancia Materna de la mejor manera, trabajando codo a codo con el equipo de salud, brindando como siempre nuestro apoyo incondicional a las mamás y sus bebés en el intenso pero maravilloso camino de la lactancia y la crianza.

Actualidad: Amamantar, un derecho casi reconquistado

El hombre, como único ser que tiene la capacidad de modificar el entorno en su propio beneficio, ha intentado alimentar a sus crías con leches de otros animales. Cuando las civilizaciones empezaron a asentarse y a domesticar a los animales, era más cómodo ordeñar una cabra que ir a cazarla. Puede que así empezara a alimentarse con leche de otras especies, pero tuvieron que pasar muchos más años hasta la llegada de la industrialización y la edad moderna para que surgiera el mayor declive de la lactancia, poniendo en peligro la única posibilidad que nuestras antepasadas tenían para asegurar la supervivencia de la especie.

En España en 1797 un eclesiástico anónimo, con sus mejores intenciones trajo de París una fórmula, por llamarla de alguna manera, que evitara muertes a niños por falta de alimento. Un litro de leche de cabra cocida, con una cucharada de flor de harina, azúcar y dos yemas de huevo.

Los niños engordaban demasiado y se estreñían, había que mejorarla. Ahora sigue ocurriendo y también siguen mejorando las fórmulas.

Posteriormente, en 1860 Henri Nestlé, ayudante de boticario, invento la primera fórmula para bebés reconocida en el mundo. Combinó azúcar y harina de trigo con leche de vaca, (¡qué simple!). Actualmente nadie con una pizca de sentido común se atrevería a dar a un recién nacido semejante alimento.

Nestlé la anunciaba como la fórmula científica correcta, «las madres harán publicidad por mí». Empezaba el siglo XX con el mayor experimento nutricional a gran escala sin control previo. Hoy es una poderosa industria, que recibe ganancias por cada niño que no es amamantado.

Una serie de circunstancias acontecieron para que la leche de fórmula fuese tan bien recibida. Entre las más destacadas, los movimientos feministas que consideraban la lactancia materna una forma de esclavitud de la mujer. El biberón era una liberación para la mujer porque le permitía desarrollarse como persona en la sociedad con su incorporación al trabajo remunerado.

Como mujer quiero decidir, pero eso no equivale entre elegir entre lo malo y lo peor, deseo ser independiente económicamente sin que ello implique un inconveniente para mi salud, la de mi descendencia y en consecuencia para la sociedad.

Si lo más saludable, según las recomendaciones de las sociedades científicas actuales, es la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y junto con la alimentación hasta los dos años o más, ¿por qué no se protege a la mujer que lacta?

El sector médico también contribuyó al declive de la lactancia materna. Defendió la leche artificial como más científica, más fácil de controlar porque se podía estar seguro de cuánto comía el bebé. Así, se convirtió en un rehén de la industria y las madres en prisioneras de ambos.

A día de hoy, han cambiado las condiciones sociales y laborales, pero la lactancia artificial aún está mantenida, en parte, por la fuerte propaganda comercial.

Más de una generación de mujeres no ha amamantado, se perdió la cultura de la lactancia transmitida de madre a hija.

Resulta paradójico que en las últimas décadas se hayan acumulado numerosas evidencias científicas que demuestran la superioridad de la leche humana y los peligros de las leches artificiales. Desde las instituciones se reconoce a la lactancia materna como una prioridad de salud pública, y a pesar de ello, ¿por qué, la prevalencia de la lactancia materna sigue siendo baja?

La formación de algunos profesionales es inadecuada. Todos promocionan la lactancia materna, pero no todos saben apoyar a la madre con problemas al amamantar, que se enfrenta a una carrera de obstáculos. La publicidad de sucedáneos esta por todas partes, la baja maternal es demasiado corta, se hace difícil conciliar trabajo y lactancia, las prácticas en algunas maternidades no apoyan a la lactancia desde el inicio (los biberones salen desde la planta de maternidad, la separación de la madre hijo tras el parto…)

Queda mucho por hacer, pero reivindicar el valor y el prestigio de amamantar como mujer y como profesional de la salud es, en mi opinión, un derecho y una obligación.

Si se dispusiera de una nueva vacuna que pudiera prevenir un millón de muertes al año, además fuera segura, se administrara oral y no requiriera de la cadena de frío, su aplicación pasaría a ser de inmediato un imperativo de salud pública.

La lactancia materna puede hacer esto y más, pero requiere de su propia «cadena cálida» (Lancet, 1994) para que las madres se sientan seguras de que pueden amamantar y que les proteja de todas las prácticas que ponen en peligro la lactancia. Si esta «cadena cálida» se ha perdido en la cultura, deben ser los profesionales sanitarios quienes proporcionen el apoyo.

Cintia Borja, Valencia

Nota publicada en www.larazon.es el viernes 12 de mayo, 2017

Lactancia Materna: Cómo sobrevivir a la crisis de los dos años

Crisis de los dos años… ¡Socorro!

«La duración de la lactancia materna no es “hasta los dos años”, sino, a partir de los dos años, tanto tiempo como madre e hijo quieran”. «Jamás pensé (dijo una madre)  que llegaríamos hasta aquí, y no porque no sea posible llegar, sino porque me he pasado gran parte de este tiempo pensando en plazos: “a ver si llegamos a los 6 meses”, “a ver si llegamos al año”…

Nuestro camino comenzó con algunas grietas sin importancia, algo de desconfianza y con varias “crisis de crecimiento”. Atrás quedaron los miedos e inseguridades y a medida que Vera fue creciendo, y la lactancia se fue consolidando, yo también fui aprendiendo de ella(s). Pero cuando creíamos que todo era perfecto, absolutamente normal, y que éramos grandes expertas en esto de la teta… Zas! Llegamos a los dos años Vera con 22 meses demandaba teta como si fuera un bebé de semanas.

¿Qué es la crisis de los dos años?

Vera  comenzó a pedir teta como si tuviera semanas y sólo quería estar en mis brazos, algo que me produzco cierto desconcierto y muchísimo agotamiento. La crisis de los dos años.

“A los dos años viven su primera “adolescencia”. Son muy independientes y hacen muchas cosas solitos pero a la vez todo les da miedo. El mundo es enorme y la teta es su refugio, algo así como su salvavidas, el lugar donde encontrar paz. Y todo el día están de aventuras por lo que todo el día, o gran parte de él, están pidiendo teta”, explica Alba Padró, consultora IBCLC y asesora de lactancia materna.

El asunto no acabo ahí. Junto a ese aumento exponencial de la demanda de pecho, Cuenta la mama que su hijita comenzó a pedirlo con urgencia, diría que con enfado: “Mamá teta aquí, teta aquí”, repetía a gritos una y otra vez en cuanto intentaba bajarla al suelo o correteaba durante un rato. ¿La explicación? Alba Padró: “Su sed de independencia se junta con el tema de su reafirmación y la etapa del “no” por lo que cuando tardas en darles la teta, o lo quieres aplazar, se lo toman muy mal. A los dos años el lema es: ¡teta, aquí y ahora! Y como se te ocurra no darles la teta se enfadan mucho, que por otro lado aunque sorprendente es lo que toca y lo que deben hacer. Las madres se suelen sorprender mucho porque su dulce bebé pasa una temporada de enanito gruñón. Y no es que la teta les haga gruñones o maleducados o, peor aún, tiranos. Es, simplemente, un proceso natural que tiene principio y fin. Si les recibimos de la manera más amorosa posible cuando piden de manera poco adecuada, les damos pecho en la medida que podamos o les expliquemos que por lo que sea no podemos en ese momento van a ir aprendiendo poco a poco a pedirlo de otra manera.” Y todo pasa.  Es una etapa que se necesita aun más los brazos de mamá.

Agitación por el amamantamiento

 Alba Padró: » se estima que el destete o fin de la lactancia en el ser humano se sitúa entre los dos años y medio y los siete». En el tiempo que una madre amamanta se pueden sentir infinidad de sentimientos, muy diferentes unos de otros. Como  dicen: «ser madre es duro y las madres suelen tener las emociones a flor de piel, experimentado, a veces, una montaña rusa de sensaciones.”

La demanda excesiva  junto con los gritos, las rabietas y el agotamiento provocan en algunas madres que en muchas de las tomas sientan un rechazo brutal a seguir dando el pecho. Es un sentimiento raro, confuso, desagradable que hace sentir enormemente culpable.  “Aagitación por el amamantamiento” no es otra cosa que el rechazo hacia el niño/a cuando mama. Las madres que sienten esto en realidad necesitan que su hijo deje  de demandar de esa forma. A las mamás, no les es fácil decir abiertamente que ya no pueden seguir de esta forma, que tienen sentimientos y emociones arbitrarias.

Pero, todo pasa. Y todo ha vuelto a la normalidad. Por lo que cuenta Alba Padró,“se desconocen las razones por las que aparece el sentimiento de rechazo, pero se cree que quizá aparece por la necesidad inconsciente de acelerar el crecimiento de nuestros bebés. De la misma manera que las hembras de los pájaros animan a sus polluelos a salir del nido, las mamás en un determinado punto de la lactancia necesitan que se hagan mayores.

Para  superar la crisis de los dos años, se puede tener en cuenta;

Vivir una crisis de lactancia, y superarla, es algo agotador. A los tres meses vivimos la peor, yo diría que la crisis puede marcar el fin de tu lactancia si no dispones de la información (y de la paciencia) adecuada. Que conste que con esto no quiero decir ni que dar el pecho sea un sacrificio, ni que sea algo complicado o cosas similares. Simplemente creo que es importante saber que estas cosas pueden ocurrir para que, si suceden (que no tienen porqué), podamos enfrentarnos a ellas. – dijo

¿Qué puede servir para sobrevivir a la crisis de los dos años?

– Paciencia infinita. Esto creo que es algo fundamental para no desatar la tormenta. Sacar paciencia de dónde ya no había y comprender lo que estaba pasando  para controlar en cierto modo que la situación me superara.

– Hablar de ello. Cuando algo preocupa o afecta de algún modo negativo decirlo. El desahogo es necesario sea en la forma que sea: hablar, llorar, gritar…

 Buscar apoyo. Para mi esto es fundamental. Sólo con escucharse cómo te sientes ya ayuda muchísimo.

– Un cambio. A veces también es necesario un cambio aunque sea mínimo. Durante la crisis hay momentos en los que el cuerpo pide salir corriendo. ¿Qué hice? tomar un tiempo en soledad para resetear la mente. Aunque sólo fueran unos minutos, funciona.

Se ha leído que muchas madres ante una situación así necesitan destetar dice Pilar Martínez: “Si la agitación nos empuja a destetar a nuestro hijo tampoco debemos sentirnos mal por ello. La lactancia es una cosa de dos y tanto el bebé como la mamá deberían disfrutarlo”.

– Leer otras experiencias / información.

Quizás lo peor de la lactancia no sean estas crisis en sí mismas sino la poca empatía y desinformación del entorno ante ello. La famosa frase “ese niño lo que tiene es vicio” o “es muy mayor para tomar teta” comienza a resonar a partir de cierto momento de tu lactancia. Y, pese a que no son comentarios con maldad (o eso quiero pensar) molestan enormemente. Ante esto, paciencia y divulgación de información adecuada.